Reviva el concierto de la banda The Cranberries en Quito

Era un show que merecía más gente, pero solo cerca de 8 000 personas llegaron para la función de The Cranberries en la Plaza de Toros de Quito. En todo caso, el público que asistió esa noche del 10 de febrero disfrutó de una presentación impecable, que se inició con la canción How y luego con una confesión: la cantante Dolores O'Riordan, apenas acabó el tema de apertura, explicó que casi suspende la presentación porque se había sentido mal en la víspera.
Cuatro médicos la habían chequeado. Quizás le había afectado algo que comió o a lo mejor fue la altitud de la capital, esos proverbiales 2 800 metros sobre el nivel del mar que hacen sufrir a cantantes y deportistas del exterior.
Pero Dolores prefirió no cancelar. La esperaban en la arena de la plaza. Aceptó una ‘gran inyección’ y saltó al ruedo. Después de todo, la presentación formaba parte de la gira de reencuentro de este grupo irlandés, luego de siete años de caminos separados y en la que por primera vez tocaban en países como Ecuador o Venezuela.
Luego de haber sido la banda sonora de una generación, la de los 90, que enfrentaba una industria musical en mutación y un mundo lanzado a la globalización, era imposible defraudar a los fanáticos que tanto habían esperado para ver al grupo en directo.
Animal Instinct fue la segunda canción y a esas alturas la función ya había tomado vuelo, con una Dolores vestida con look casual, jean, tenis y su guitarra, dueña absoluta del escenario.
Pero, todos lo saben, la voz de Dolores, una Mezzosoprano con un timbre de gran potencia, era el atractivo principal. La cantante, a pesar de la fama de ‘difícil’ que se había ganado por sus desplantes con la prensa y algunas polémicas (se metió en una pelea con su compatriota Sinead O’Connor, por ejemplo), en Quito se mostró cálida y amistosa.
Recibió con gusto una bandera del Ecuador que le pasaron y se la colocó, primero en la espalda y luego en un brazo (no, no cometió ese horrible acto demagógico de ponerse la camiseta de la Tricolor).
Conversó con el público. Lo animó a cantar con ella. La plaza casi se cae abajo cuando sonó Ode to my family.
Bajó del escenario para saludar con algunos fanáticos. También hubo euforia cuando tocó Salvation, quizás la canción más rockera de todo su repertorio, por su ritmo y su tema sobre las drogas.
El punto culminante llegó con Zombie, obviamente con ese desgarro de garganta que hace aún más emotivo el tema, un alegato en contra de la violencia perpetrada por el terrorismo del IRA.
‘Empty’, ‘Promises’ y ‘Dreams’ fueron las canciones con las que The Cranberries cerró su presentación en la capital ecuatoriana aquel 10 de febrero.
“Ojalá podamos vernos pronto”, fue la despedida de Dolores. Lástima que nunca más hubo esa oportunidad. La cantante falleció este lunes 15 de enero del 2018 en Londres.