Los retos de la pesca sostenible

La FAO ejecuta programas en Ecuador con los pescadores artesanales para fomentar las prácticas sostenibles. Foto: Cortesía

La FAO ejecuta programas en Ecuador con los pescadores artesanales para fomentar las prácticas sostenibles. Foto: Cortesía

La FAO ejecuta programas en Ecuador con los pescadores artesanales para fomentar las prácticas sostenibles. Foto: Cortesía FAO Ecuador

El consumo de pescado en el mundo continúa en aumento, al igual que el porcentaje de poblaciones de peces que están sobreexplotadas. Ante este escenario, la aplicación de una pesca responsable se vuelve indispensable para asegurar no solo la conservación de las especies, sino que el recurso esté disponible en las próximas décadas.

El informe de este 2020 ‘Estado mundial de la pesca y acuicultura’ (Sofia), de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), revela que el consumo mundial de pescado por persona ha alcanzado un nuevo récord de 20,5 kg por año y se espera siga creciendo en la próxima década.

El estudio, presentado esta semana en el Día Mundial de los Océanos, muestra que en el 2018 la producción pesquera global fue de 179 millones de toneladas, de las cuales 156 fueron destinadas a la alimentación humana. Se prevé que la producción mundial aumentará en un 15% en el 2030.

China se mantiene como líder en este ámbito, con el 35% de la producción mundial de pesca. Aun si se excluye a este país, Asia es el mayor productor con el 34%, seguido por América (14%), Europa (10%), África (7%) y Oceanía (1%).

QU Dongyu, director general de la FAO, explica que si no se aplican medidas para la ordenación eficaz de la pesca, se pondrá en peligro la contribución de esta actividad a la seguridad alimentaria y a la sub­sistencia global.

Aunque el 78,7% de todo el pescado desembarcado en el planeta proviene de poblaciones biológicamente sostenibles, el porcentaje de grupos sobreexplotados es “demasiado elevado” y no está mejorando a escala mundial.

El 10% de las poblaciones de peces que se capturaban en el año 1974 no estaban dentro de los niveles de sostenibilidad biológica. Los últimos datos de pesca en el mundo revelan que esta cifra supera hoy el 20%.

Las pesquerías menos sostenibles fueron registradas en el Mediterráneo y en el Mar Negro, donde el 62,5% de las poblaciones sufren esta problemática. Les sigue el Pacífico suroriental (54,5%) y el Atlántico suroccidental (53,3%).

Según la FAO, las tendencias de sostenibilidad de muchas de las principales especies están mejorando. Las capturas de atún alcanzaron un récord y dos tercios de esas poblaciones se pescaron en niveles biológicamente sostenibles.

Bruno Leone, presidente de la Cámara Nacional de Pesquería de Ecuador, explica que la pesca es una de las principales actividades económicas del país, por lo que es necesario fomentar las prácticas responsables y luchar contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.

Desde hace tres años, cuenta Leone, un grupo de cinco empresas ha estado trabajando para obtener la certificación del Marine Stewardship Council (MSC), que espera se concrete a finales de este año.

Tras la experiencia con la flota atunera, se empezó la mejora pesquera en el sector de los pelágicos pequeños. Otra de las iniciativas sostenibles es el reemplazo de los plantados tradicionales por unos biodegradables.

Estas son algunas de las acciones que se han tomado para que la tarjeta amarilla, impuesta a Ecuador por la Unión Europea, sea retirada. A esto se suma la nueva Ley de Pesca, que fue publicada en abril.

Andrés Arens, viceministro de Acuacultura y Pesca, explica que esta normativa está enfocada en la sostenibilidad de los recursos, la investigación científica y la lucha contra la pesca ilegal. Además, el Gobierno aprobó en febrero un proyecto de inversión de USD 26 millones para asegurar la trazabilidad de los recursos.

Leone estima que esto es importante, ya que Ecuador tiene una flota que pesca entre 250 000 y 260 000 toneladas por año, pero la industria procesa más de 500 000 toneladas anualmente. La nueva reglamentación establece más controles para verificar el origen del producto.

Uno de los objetivos es que la tarjeta amarilla sea retirada en un año. Para Leone es necesario que todos los países aumenten sus esfuerzos, ya que lo que ocurre al otro lado del planeta también repercute en esta zona del Pacífico.

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