Buen año para la reproducción de las especies en cautiverio

Rogelio, un mono de la especie cotoncillo rojo que nació en el Zoológico de Guayllabamba, en Quito, reposa sobre el lomo de su madre. Foto: Cortesía.

El Zoológico de Guayllabamba, en el norte de Quito, cuenta con un nuevo integrante.
Rogelio, un simpático cotoncillo rojo que nació en cautiverio y abre las esperanzas para reproducir a individuos de esta especie y así evitar que ingrese a la lista de animales en peligro de extinción.
Juan Manuel Carrión, director del Zoológico, resaltó la importancia del nacimiento de Rogelio, cuya especie se encuentra en estado vulnerable principalmente por la caza indiscriminada.
Algo destacable, según el experto, es que al nacer animales en los centros de rescate, se mejora la calidad de vida de los individuos, porque se puede formar nuevas parejas y los animales no terminan solo, como ocurría antes.
En este año, el Zoológico de Guayllabamba ha sido el sitio de alumbramiento de siete nuevos ejemplares. Además de Rogelio, que fue bautizado así luego de una encuesta a través de redes sociales, nacieron un mono ardilla, cuatro pecaríes de cuello blanco y un tigrillo.
Por lo general, cuando se trata de nacimientos en cautiverio de especies pequeñas y que no están en riesgo, se plantean dos opciones, según Carrión.
La primera es mantenerlos en los sitios donde nacieron. Hacer intercambio con otros centros de rescate para que continúe su proceso de reproducción en cautiverio.
En el caso de Rogelio se prevé que permanezca en el Zoológico durante ocho o nueve meses. Posteriormente será enviado a una reserva ecológica en la Amazonía, que es su entorno natural. “Allí podrá independizarse de sus padres y conformar pareja”.
Al cotoncillo rojo se lo encuentra en bosques húmedos tropicales amazónicos, entre los 200 y 980 metros de altitud.
Habita en bosques primarios, secundarios o zonas de reciente deforestación, incluso cerca de la presencia humana.
Pero en el caso de las especies en peligro de extinción que nacen en cautiverio, se requiere un manejo especial para contribuir al repoblamiento de los ejemplares en estado silvestre.
Ese es el caso de los cóndores Huaira y Killari, que también nacieron en el Zoológico de Guayllabamba y que se constituyen en una de las esperanzas más alentadoras en términos de conservación de la especie.
Ambas aves reciben cuidados diferenciados y permanecen en un aislamiento especial, sin contacto con los humanos.
En el futuro, los dos cóndores serán trasladados a Zuleta, donde la Fundación Galo Plaza y la Fundación Zoológica del Ecuador construyeron un encierro de preliberación.
El 26 de abril pasado también se registró otro nacimiento sin precedentes. En el zoológico Amaru, ubicado en la vía Cuenca-Azogues, vino al mundo el primer oso de anteojos nacido en cautiverio. El tiempo de gestación de Coya, su madre, fue de ocho meses. Durante los cuatro primeros, ella recolectó ramas de su jaula con las que construyó el nido del osezno. Todo el proceso se registró con la ayuda de cámaras.
El nacimiento de este ejemplar contribuye a la conservación de su especie, que actualmente está en riesgo de extinción. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en Ecuador existen unos 2 000 osos andinos, conocidos también como osos de anteojos.
En el mismo Zoológico y Bioparque Amaru nació un tigrillo en el primer trimestre del año. La población de esta especie que habita en la Amazonía también ha sido diezmada por la caza y el tráfico de especies. Adicionalmente, en ese espacio llegó al mundo en el 2014 un ejemplar de león africano.
Esto abre un escenario positivo para el 2015, en torno a la posibilidad de multiplicar otras especies que también están en serio peligro.