No todas las áreas se prestan para una reforestación. Deben cumplir algunos requisitos para que el proceso resulte más efectivo, según el ingeniero forestal Óscar Aguirre. Uno de los factores es el tipo de suelo. Si este es demasiado árido la reforestación se complica. Por eso lo ideal es identificar áreas húmedas.
Además -agrega- se debe plantar especies que sean nativas, para que se acoplen mejor al suelo y estas puedan crecer.
“En zonas subtropicales; el cedro de montaña, el canelo, el matache son especies de árboles básicos que se deben sembrar”. Esto porque alrededor de ellos se reproducen otras especies de flora.
Por ejemplo plantas medicinales como el arrayán y el limoncillo. Así se puede reducir el porcentaje de árboles que no sobreviven. La FAO establece que menos del 20% de lo que es plantado a través de proyectos de reforestación de América del Sur no llega a desarrollarse.
A esto se suma que la tala no se ha frenado. Se han perdido 13 millones de hectáreas de bosques anuales entre 2000 y 2010, en comparación con los 16 millones de hectáreas anuales durante la década de 1990, en el mundo. Alrededor del 22% de los bosques del mundo que quedan están en el Caribe y América Latina. En este último, el mayor bloque de bosque tropical está en la cuenca amazónica, que comprende una diversidad de especies, hábitats y ecosistemas.
En Ecuador se impulsa un programa denominado Socio Bosque que sí prioriza las áreas que deben conservarse y reforestarse. Para ser incluidas deben ser zonas donde se registre alta diversidad de especies endémicas o debe ser hábitat de animales en peligro de extinción.
Además que hayan sido devastados por la tala de árboles, como es el caso de Esmeraldas. La cantidad de hectáreas taladas en esa provincia es tres veces mayor a la tala por año en cualquier otra provincia del país. Un informe del Ministerio del Ambiente reveló que, en promedio anual, la deforestación por provincia es de 3 900 ha, mientras que solo en Esmeraldas es de 12 740.