El colectivo Makea tu vida presentará una exhibición de mobiliarios realizados con materiales reciclados y un poco de imaginación. Foto: Rehogar X
Una botella de plástico, bolsas de colores, un muñeco roto, una cubertería o unos CDs en desuso, son elementos con un destino fijo. La basura tiene una segunda oportunidad en el hogar o fuera de él, con la ayuda de una imaginación activa y un concepto de diseño abierto.
Esa es la idea de la décima edición de Rehogar X: diseño abierto y reutilización, un proyecto del colectivo Makea (decora) tu vida, en el que confluyen diseño y ecología. La presentación se iniciará el viernes 7 de junio del 2019, hasta finales de este mismo mes en la Central de diseño de Matadero de Madrid.
El comisario de la exposición, Roberto Flores, asegura que no hay que ser “especialista” para dar un segundo uso a un elemento, basta con “una mirada crítica” y destaca que lo importante es “interiorizar que estamos transformando objetos no residuos”.
En la exposición se pueden contemplar un abanico de opciones que incluyen procesos industriales y domésticos. Estos últimos tienen -en muchos de los casos- una dimensión colectiva, pues implican a gran parte de la comunidad donde se realizan.
Es el caso de Tejiendo en la calle, un proyecto que se realiza en Valverde de La Vera (Cáceres, oeste), donde un grupo de tejedoras puso al servicio del pueblo su gran destreza con el macramé. Las mujeres tejen parasoles para las calles durante el día, a partir de tiras de plástico y bolsas de basura. Toda una apuesta en valor para la zona y una actividad en la que participa gran parte del pueblo.
Las botellas de plástico son también el método que ha implementado el Centro del Barrio de Oaxaca (México) para favorecer la construcción de escuelas y otros edificios, en el que está comprometida toda la comunidad, para crear un “ecoladrillo” con botellas de plástico. El resultado: una pared rellena de plástico y adobe.
En la misma línea, la Federación de Cartoneros de Argentina decidió unirse en un proyecto social para evitar el estigma de una profesión que hace una labor de “reclasificación y reciclaje que no se visibiliza” con materiales que tienen muchos segundos usos.
Pero en la exposición también hay proyectos individuales como el del japonés Koday Iwamoto, que a partir de tuberías de PVC expone diferentes jarrones. “Es una manera de que con lo mínimo puedes conseguir mucho, además de jugar con las sensaciones y las formas. Es un reto”, asegura Flores. O el diseño de Rita Kovalevics, que con papel maché y acabado porcelánico realiza paneles de revestimiento para pavimentos y paredes.
A lo largo de estos diez años de Rehogar, la evolución ha llevado a una mayor “profesionalización” de los proyectos, sin olvidar el contexto artístico. “Se puede construir una casa a partir de la reutilización de elementos gracias a mentes inquietas y comprometidas”, explica el comisario de la exposición.
Reutilización en la que también se implica El Celler de Can Roca, el restaurante de los hermanos Roca, que con la iniciativa Roca Recicla pretende minimizar sus residuos, gracias a la creación de Andreu Carulla, quien transforma las cajas de poliestireno de pescado y marisco en taburetes de múltiples usos.
Lámparas a partir de CDs -producidos en un radio de 2 km en Italia- con los que se intenta rescatar la “singularidad” de cada ciudad o el “Fairphone” (Holanda), que promueve una electrónica más justa al crear un teléfono, son algunos de los proyectos de exposición. El valor de las iniciativas reincide en los materiales reciclados y el compromiso de no utilizar minerales que vengan de zonas en conflicto.
La exposición pretende una mirada “no lucrativa, pero sí creativa”, además de “expandir” conocimiento e implicar a “la gente a través de conferencias y talleres sobre lo que se puede llegar a hacer”. “El diseño no solo es arte, también es útil“, concluye Roberto Flores.