Cada vez más cerca y más lejos de la realidad

Preparativos de la elección de autoridades de la Asamblea Nacional. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

Con los teléfonos inteligentes o tabletas convertidos en una extensión de nuestras extremidades superiores, la manera de estar en el mundo ha dado un giro interesante: odioso para algunos y tan natural como respirar, para otros. Con las cámaras de foto y video convertidas en una suerte de prótesis, la vida transcurre en una modalidad distinta a la conocida hasta hace pocos años.
En este nuevo escenario, los dispositivos electrónicos cumplen funciones que pueden interpretarse de dos maneras radicalmente opuestas. Por una parte, son herramientas útiles para el trabajo y el entretenimiento; por otra, son ladrones de la atención de sus dueños, haciéndolos vivir en una realidad paralela a través de una pantalla.
En este ensayo fotográfico queda en evidencia esta nueva manera de asistir a eventos de entretenimiento, o a actos comunitarios y/o políticos, en los que las personas viven a través de sus pantallas, con la diferencia de que se encuentran en el lugar de los hechos, y no en sus casas viendo lo que ocurre por televisión, teléfono o computadora. En tiempos de redes sociales, lo que importa es hacer un video o decenas de fotos para compartir lo que se está viendo o haciendo. En estas circunstancias, cabe preguntarse si la presencia de dichas personas es más real que virtual o viceversa.