Las figurinas Valdivia y un maxilar de mastodonte de unos 8 mil años antes de Cristo, exhibidos en el Museo Real Alto. Foto: Enrique Pesantes / ELCOMERCIO
Uno de los centros ceremoniales tempranos más importantes de América se asienta en la comuna Pechiche, de Santa Elena, con un museo y un yacimiento Valdivia de 12 héctareas.
Una pequeña maqueta con figuras humanas representa el ritual de sacrificio de un hombre joven ofrecido a una dama importante, depositada en una tumba recubierta con molinos de mano (o manos de moler) y metales, en un entierro de la cultura Valdivia (4 400 a 1 700 antes de Cristo).
La dama de alto rango social fue hallada por el arqueólogo ecuatoriano Jorge Marcos Pino en un montículo mortuorio (también llamado ‘casa del Osario’) en el Complejo Cultural Real Alto. El museo de sitio y yacimiento arqueológico de 12 hectáreas se ubica en el valle de Chanduy, en la provincia de Santa Elena.
La osamenta de la mujer, de unos 35 años (fase III de Valdivia, 2793 a 2668 a. C.), acumuló siete sacrificios humanos: fue encontrada con enterramientos de siete hombres jóvenes y junto a los esqueletos se encontraron siete cuchillos de horsteno, una roca filosa. “Se le ofrecían sacrificios cada cierto tiempo, probablemente cada 70 o 100 años, cada vez que reconstruían el montículo mortuorio a la manera como lo hacían los mexicanos, por supuesto que en épocas más tardías”, explicó Marcos Pino, quien descubrió el sitio Real Alto en octubre de 1971.
El osario estaba ubicado en línea recta, cerca a otro montículo ceremonial con plazas al norte y al sur. El sitio, ubicado en la comuna Pechiche de Chanduy (parroquia rural del cantón Santa Elena), cobró notoriedad internacional por tratarse de una de las primeras aldeas agro-alfareras, con centro ceremonial, de América.
En el Valle de Chanduy se estaba produciendo maíz desde Las Vegas (entre 10000 a. C. y 4600 a. C.), la primera cultura arqueológica conocida que se asentó en el actual Ecuador. “Real Alto viene a ser una sociedad civilizada inicial, un centro político-ceremonial que comenzó a desarrollarse 2 500 años antes que en el resto de Latinoamérica, antes que México o que Perú”, indicó Marcos. La muestra de alfarería del museo exhibe 40 figurinas de venus valdivia originales y 50 vasijas arqueológicas de la Fase Valdivia I a Valdivia VII .
La aldea permaneció ocupada por unos 2 000 años y sus habitantes inventaron más de 50 formas y variantes de vasijas de barro, para uso ceremonial, para manejo y conservación de líquidos u ollas y cazuelas de cocina con un mayor contenido de cuarzo, resistentes al choque térmico.
Bayron Villón, comunero de Pechiche, guía y administrador del Museo Real Alto (o el Mogote), destaca los rituales agrícolas representados con dioramas.
El arqueólogo estadounidense Donald Lathrap excavó un “sacrificio de piedras de molienda” en un pozo de almacenamiento de la Fase Valdivia III. Las piedras de molienda fueron encontradas rotas, como si se sacrificara a estos instrumentos de moler granos; con ellos se rellenó todo un pozo de almacenaje.
En los pozos con forma de campana se almacenaban productos como el maíz. Villón apunta a un ritual para que las piezas vuelvan a la naturaleza, “una ofrenda para que vuelvan las buenas energías” y para propiciar la cosecha.
Real Alto sigue teniendo importancia internacional. El arqueólogo ruso Andrei Tabarev, del Instituto de Arqueología y Etnografía Novosibirsk, trabaja en la comparación de los restos del sitio con los pueblos del mar de Japón, al otro lado del Pacífico. “La cerámica desde un inicio es muy variada, las estudiamos como un sistema de escritura y expresión cultural”, dijo el experto en una visita a Ecuador. En el 2015 el proyecto de investigación ruso-ecuatoriano halló en el lugar vestigios que datan de 4 000 a 5 500 años de antigüedad de la cultura Valdivia y de un pueblo anterior: la secuencia San Pedro.
El descubrimiento de Real Alto en octubre de 1971 se dio tras una larga prospección en el Valle de Chanduy, pues Jorge Marcos trabajaba desde 1968 en un proyecto dirigido por el también arqueólogo guayaquileño Carlos Zevallos Menéndez, en el sitio Los Cangrejitos.
El arqueólogo franco-suizo Federico Engel, que trabajaba en el Perú en un proyecto para localizar sitios precerámicos buscaba en 1971 en Chanduy sitios de Las Vegas como el de los Amantes de Sumpa de Santa Elena, que se había comenzado a excavar en 1970. Marcos había acompañado al suizo a la comuna Pechiche, donde se halló un depósito de grandes conchas del pleistoceno. Cuando el guayaquileño regresaba a Chanduy decidió bajar del jeep e indagar en un lugar del que le había hablado Adán Lindao, respetado anciano y líder comunero, que había visto allí restos de arcilla.
“Al pasar por Pechiche me bajo del carro y empiezo a caminar, di unas vueltas y subí a una loma y me encuentro con lo que estábamos buscando hace tiempo. Y era un sitio Valdivia al sur de Atahualpa, donde todos decían que no se iba a encontrar Valdivia temprano, pero no habían buscando lo suficiente”, cuenta Marcos.
La loma se le reveló como un montículo acumulativo de viviendas. “Lo primero que encontré fue una cerámica punteada y rayada, típicamente de Valdiva temprana”. En los siguientes días recolectó en superficie partes de cerámicas y piezas de piedra, y trabajó en un mapa topográfico. Como la loma era alta y se ubicaba entre los pueblos El Real y Pechiche, la bautizó como Real Alto.
Una selección de ese material lo lleva a la Universidad de Illinois (EE.UU.), donde viaja a cursar su doctorado. El sitio se descubre en 1971 pero comienza a ser excavado en 1974 , por el propio Marcos con un equipo de la Universidad de Illinois dirigido por Donald Lathrap.
El patrón de asentamiento cambia de una aldea con forma de herradura, con entre 15 y 20 casas construidas en los inicios con varas flexibles, a un poblado de 1 500 habitantes con casas de poste de caña, para la Fases de Valdivia II y III. El pueblo tiene ya para entonces forma rectangular y la plaza se presenta como un recinto ceremonial con dos montículos mayores: el del Este con la casa Reuniones y el del Oeste con el Osario donde se halló la osamenta de la matriarca a la que se le ofreció en sacrificio siete hombres jóvenes.