Entrevista a Raúl Pérez Torres, presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Foto: EL COMERCIO
Raúl Pérez Torres parece ser un hombre de fe. Durante la rendición de cuentas del 2015 y en varias oportunidades, durante esta entrevista, menciona que muchas de las cosas en la CCE se han logrado a través de ‘milagros’. Oficializada su candidatura para la reelección, habla sobre la gestión que ha realizado en estos años.
¿Cómo se han administrado los cerca de USD 28 000 000 que ha recibido la CCE durante los cuatro años de su gestión?
Hay que aclarar que de los USD 9 500 000 que recibimos el 2015, USD 2 000 000 se entregaron al Ballet dirigido por Rubén Guarderas y USD 196 533 a Jacchigua. El 70% del presupuesto es para el pago de sueldos y el 30% es para la gestión.
¿Se ha logrado descentralizar la gestión cultural de la CCE?
Lo que nos propusimos al inicio fue democratizar la CCE. Muchos miembros han sido calificados en la matriz y en los 23 núcleos provinciales. En total tenemos 5 000 miembros, a escala nacional, quienes están trabajando, en su mayoría, en las secciones académicas de la CCE.
¿Cuál es el papel que
se ha asignado a los núcleos provinciales bajo su gestión?
Cada núcleo provincial tiene su autonomía de gestión y de administración. A los 23 núcleos les damos asistencia técnica, de planificación y jurídica. Creo que hemos realizado un apoyo más significativo a los núcleos del Oriente, porque han sido los más olvidados por el Estado.
¿Qué papel ha jugado la CCE en relación al proyecto de Ley de Cultura?
Creo que nos han tocado momentos difíciles. Hemos estado en permanente confrontación con las autoridades del Ministerio de Cultura. Conversamos con Raúl Vallejo y le pedimos que se mantenga la autonomía de la CCE, su carácter nacional y la capacidad de elegir sus propias autoridades.
¿Y qué le respondió?
Que nos iba a apoyar en esos tres puntos.
¿Su trabajo, en el último año, se ha restringido a la lucha por la pugna de la autonomía de la CCE?
Desgraciadamente ha sido así. Hemos tenido que enfocarnos en esa confrontación con los ministros de turno. Eso no nos ha permitido hacer un reclamo frontal por los recursos. Vivimos económicamente de los milagros, la imaginación y de la solidaridad de los artistas.
¿Cuáles son los resultados de los Domingos de Casa Abierta?
Son muy halagadores. Desde que empezaron los trabajos por el Hábitat III, los estamos realizando en los exteriores de la CCE. Las actividades se han abierto a extensiones como las de Chimbacalle, San Antonio y La Merced.
¿Cuál es el criterio que prima en la CCE para que se sigan editando libros que no son leídos?
El criterio es promocionar el pensamiento ecuatoriano en todos sus órdenes. Estamos planeando un proyecto para que muchos de esos libros se estudien en los colegios y universidades. La distribución se hace a los núcleos de acuerdo al tiraje.
¿Qué cambios en infraestructura ha realizado en estos cuatro años?
Cosas pequeñísimas. Se arregló una parte del parqueadero, el Prometeo y la sala Benjamín Carrión.
¿Los cambios que se van a realizar son funcionales para la CCE o para el Hábitat III?
Funcionales para todos. Firmamos un convenio entre el Ministerio de Cultura el Miduvi y la CCE para que se realicen estos cambios.
¿Por qué en este tiempo de gestión no se ha logrado una apertura al arte contemporáneo?
Estoy de acuerdo que no se ha dado apertura. Creo que hay una iconoclastia por parte de los artistas jóvenes. Su arte es críptico pero creo que debemos convocarlos.
¿Durante la rendición de cuentas mencionó que las cosas en la CCE se hacen gracias a milagros. Esa es la forma de hacer cultura en el país?
No, pero es doloroso saber que no ha existido un pensamiento positivo por parte del Estado respecto a la cultura nacional. Las Fuerzas Armadas tienen 34 veces más presupuesto que la cultura y está bien que lo tenga. En lo que no estoy de acuerdo es que el Estado no tenga un proyecto cultural.