Hacia el 2008, el investigador Santiago Molina identificó 24 osos. Para el 2015 esta cifra subió a 45 ejemplares en un 25% de territorio explorado. Foto: Archivo/EL COMERCIO.
El entrecruzamiento entre familias de la misma especie es necesario para que no se deteriore el material genético de los animales. Es por ello que el equipo técnico de la Secretaría de Ambiente de Quito se encuentra analizando muestras de pelo de osos localizados dentro de los límites del Distrito Metropolitano.
Con esto se busca que el Corredor Ecológico del Oso Andino (CEOA), un proyecto desarrollado por la instancia municipal, sirva no solo para la protección del entorno natural de este animal sino que permita realizar investigaciones con impacto científico y social.
En el 2011se inició con la creación de este corredor, en conjunto con el Fondo Ambiental y la Universidad San Francisco de Quito. A año seguido, el Consejo Metropolitano declaró al Oso de Anteojos, entre otras especies, como animales emblemáticos del distrito. Un año más tarde se da forma al mapa del CEOA, que incluye 54 554 hectáreas de áreas protegidas en las parroquias de Calacalí, Nanegal, Nanegalito, Nono y San José de Minas.
El plan operacional prevé para el 2019 la identificación de los ejemplares que habitan estos sectores. Según Orfa Rodríguez, técnica de patrimonio natural, al 2015 se ha podido registrar en imágenes a 45 individuos. Sus fotografías, según uno de los productos que se trabajan paralelamente en el CEOA, formarán parte de una publicación que busca que la gente que transite estos lugares reconozca a cada uno de los osos. La guía estará disponible en las próximas semanas.
Según Verónica Arias, secretaria del Ambiente, desde el 2011 apenas se ha explorado un 25% del territorio por donde transita el oso andino (oso de anteojos). Ella cree que se podrá identificar a más de los 45 ejemplares actuales, de los cuales ya hay información sobre sus comportamientos. A su criterio, este trabajo de campo ayudará a combatir la extinción de la especie.
Los retos del proyecto
Rodríguez sostiene la hipótesis de que la presencia de la vía Calacalí – La Independencia ha resultado en un problema para lo osos ya que es complicado cruzar de un lado al otro de la carretera. Esto provocaría que miembros del mismo núcleo se reproduzcan entre ellos (hijos con hijos, por ejemplo), dañando su material genético.
Otra amenaza para la continuidad de la especie es el uso de suelos. La Secretaría del Ambiente indica que los páramos y bosques por donde transita el oso han sido convertidos en zonas de cultivo de palma y de otras plantas. La consecuencia no solo es la pérdida del hábitat natural del oso andino sino los cambios en su conducta alimenticia. Así, el animal se ve obligado a entrar a las haciendas del corredor para matar al ganado y satisfacer su apetito. A criterio de Rodríguez, esto aún no es una cuestión generalizada pero ya se han reportado algunos casos.
Integración en el trabajo
Rodríguez comenta que hay intenciones de ampliar la zona del CEOA. En ese sentido, es necesaria la integración de los esfuerzos municipales y estatales para la conservación de los corredores de vida silvestre. Esto representaría —según la experta— la elaboración de un plan estratégico para las aproximadamente 250 000 hectáreas que componen el corredor regional.
Mientras tanto, las autoridades estatales trabajan en un plan para que la población sepa cómo se debe proceder frente a un cruce de osos en la vía pública. Una muestra es que en el último fin de semana, miembros del Ministerio del Ambiente , Policía Nacional y guardaparques previnieron a los conductores acerca de la presencia de estos animales en el sector de Papallacta.