Quito y su gente vistos a través de la lluvia

El tráfico desde la ventana de un centro comercialEl tráfico desde la ventana de un centro comercial

El tráfico desde la ventana de un centro comercialEl tráfico desde la ventana de un centro comercial

El movimiento de una ciudad cambia cuando llega el invierno. Un ensayo fotográfico realizado detrás de los cristales,refleja la vida cotidiana mientras cae el agua. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

La lluvia cambia agendas y hasta el ánimo de las personas. También modifica la estética de las ciudades, sobre todo las de aquellas como Quito, en las que una mañana primaveral se transforma en una tarde gris, fría, húmeda y, sobre todo, más complicada.

El tráfico desde la ventana de un centro comercial. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Gotas de lluvia en la ventana de un centro de convenciones. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Diego Pallero, fotógrafo de este Diario, se propuso capturar algunos momentos que muestran la cotidianidad de esta ciudad en aquellos días de invierno, durante o después de la lluvia, y escogió hacerlo detrás del cristal. En algunos casos, las escenas del exterior o el interior llegan a difuminarse por el efecto de las gotas de agua. Esa lámina transparente con pequeños cristales de agua muestra una realidad distorsionada, que en ocasiones puede resultar poética y hasta nostálgica.

Una estudiante se protege de la lluvia. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Una ambulancia se abre paso entre los autos. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Estas imágenes fueron capturadas en las tardes durante varios meses. El resultado de este proceso fue una serie de 15 fotos (aquí se publican seis) que muestran la cotidianidad de Quito cuando sus habitantes son sorprendidos por inclementes aguaceros, capaces de alterar las rutinas. La caída de la lluvia es el inicio de una batalla entre los transeúntes y el agua, en la que las personas, a ratos, ceden a la superioridad de la naturaleza, pero en otros momentos también luchan por cumplir con las tareas de su día.

Una tarde gris, típica del invierno de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

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