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Un protocolo entra en vigencia para atender a la población Glbti en los centros carcelarios

Sus camisetas fucsia resaltaban en el salón. Algunas usaban aretes y otras tenían marcadas las cejas con tatuajes. Este lunes 4 de julio del 2016, unas 15 personas privadas de la libertad (ppl), parte de la comunidad Glbti, se alejaron por un rato del Centro de Privación de Libertad Regional Guayas.

En la tarde asistieron al ECU 911, en Samborondón (Guayas), donde la ministra de Justicia, Ledy Zúñiga, firmó el protocolo de atención para la población de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales en situación de privación de libertad.

“De esta forma vamos a garantizar que se respeten sus derechos, que no se vulneren sus derechos”, dijo Zúñiga. Este protocolo toma forma desde hace un año y es parte de otras iniciativas, como la creación de los pabellones de atención prioritaria dentro de los recintos carcelarios, exclusivos para la población Glbti y otros grupos vulnerables.

Según datos del Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, cerca de 1 000 personas de la comunidad Glbti son parte de la población penitenciaria del país. De ellas, 300 han manifestado su orientación sexual.

“Lo que vimos para tomar esta decisión es que en varios centros, donde se recibe a personas de sexo masculino, había personas de la diversidad sexual que permanecían dentro de los mismos pabellones, sin ningún tipo de modelo de atención ni reglas ni derechos específicos”, dijo Zúñiga.

Violación a los derechos humanos, discriminación, hechos de odio… Esos fueron algunos de los antecedentes que llevaron a definir esta normativa de 11 artículos, que es de cumplimiento obligatorio en todos los centros de privación de libertad del país.

La Federación Nacional de organizaciones Glbti participó en la creación de este protocolo. Su presidenta, Diane Rodríguez, explica que algunas de las normas implican que las inspecciones para las visitas de la diversidad sexual sean realizadas solo por las guías penitenciarias.

Además se respetarán las visitas íntimas, que las ppl trans reciban un trato femenino y que sean llamadas por su nombre cultural. El protocolo también reafirma la capacitación para este grupo, que ya se venía dando con talleres de costura, belleza y otros temas; y la difusión sobre el respeto a la población Glbti.

Para Miguel, uno de los ppl, la firma de este protocolo deja atrás muchas historias de violencia y discriminación. “Es paradójico hablar que dentro de la privación de la libertad se hable de ciertas libertades que, desde ahora, nosotros los grupos Glbti tenemos”.

Y entre esas libertades está el acceso a educación. Dentro de la cárcel, Miguel comenzó a estudiar la carrera de Derecho como parte de un programa de profesionalización. Edison es su compañero de aula. Cursa el tercer semestre y lleva dos años de un condena de ocho por tráfico de drogas. “El trato es diferente. En la Penitenciaría había maltrato. Ahora las cosas son diferentes, a tal punto que hasta podemos estudiar una carrera universitaria”.