Jacinta Álava y su sobrina Raquel Carrera, quienes reclaman propiedad de la Casa del Cacao y denuncian una supuesta estafa en el traspaso de la vivienda patrimonial que el Municipio de Guayaquil busca derrumbar. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Jacinta Álava Moncada, de 68 años, le añade un nuevo elemento a la polémica sobre la conservación o el derrocamiento de la Casa del Cacao en Guayaquil. La mujer reclama la propiedad de la vivienda patrimonial, expropiada por el Municipio de Guayaquil, y denuncia que el inmueble fue vendido por unos inquilinos que la estafaron.
El Municipio de Guayaquil busca demoler el inmueble, ubicado en las calles Panamá e Imbabura, rescatando para su posterior utilización en la nueva construcción elementos como chapas y rejas metálicas, pues en el lugar se planea construir un teatrino. Mientras que el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) ratificó que no es viable el derrocamiento y que el proyecto de refuncionalización debe incluir su preservación.
El procedimiento inapropiado de adquisición de la casa se habría presentado según Álava y su familia, cuando los inquilinos la engañaron haciéndola firmar un documento, aduciendo que la Municipalidad iba arreglar un agujero abierto en uno de los baños.
“Mi tía no sabe leer ni escribir, lo que le hicieron firmar en una notaría fue en realidad un poder para que otra persona cobre el dinero. El esposo falleció hace 5 años y ella pasó ser la propietaria”, denunció Raquel Carrera Álava, sobrina de la supuesta perjudicada.
Carrera dijo que la familia no ha contado con dinero para denunciar el caso. Y afirmó que entre el inquilino que defraudó a su familia y la compañía que adquirió el bien se repartieron
USD 65 000 cada uno por la venta del inmueble.
El Cabildo porteño se atiene a la historia de dominio de la vivienda en el Registro de la Propiedad, según el cual el Municipio le compró la casa a la empresa Gostar Enterprises Inc., compañía que a su vez adquirió el bien inmueble en 2007 a la Sociedad Colectiva Civil Inmobiliaria Rada Suárez y López. La vivienda había sido traspasada a la Sociedad Colectiva bajo la figura de aporte en 1989, por parte de la Sociedad Ecuatoriana de Desarrollo Educativo y Social.
“Como Municipio no tenemos ninguna información más que lo que dice el Registro de la Propiedad, que tiene un historial de la casa. De la señora Álava como propietaria no hemos conocido absolutamente nada”, indicó Jorge Rodríguez, vocero del Cabildo.
La polémica se avivó luego de que se desplomara uno de los pilares frontales la madrugada del pasado martes 8 de agosto y de que el Municipio advirtiera sobre el peligro que representaba la construcción, uno de los últimos lugares donde se secó y comercializó cacao en la ciudad.
Asistentes a un plantón el pasado martes denunciaron que el pilar había sido tronchado a propósito, por la huella que dejó en la madera superior del techo y por las probables huellas de cadenas en la parte superior del pilar, que se encuentra ahora en el piso. Los manifestantes, que pidieron preservar la vivienda, procedieron a apuntalar con cañas la zona del pilar faltante.