Las cosas claras en la promoción

Con un territorio encerrado por volcanes superactivos, entrecruzado por fallas geológicas y proclive a sufrir inundaciones por los ríos que se desbordan en cada invierno severo, las viviendas deberían ser fuertes y sólidas, pensadas para resistir esos desastres.

La realidad no es así en el país. Por muchos factores, en especial por la predominio de la construcción informal, que sobrepasa el 65% y que hace que los asentamientos -urbanos o rurales- sean precarios y demasiado vulnerables a la acción de esos eventos geológicos y naturales.

Aunque en las otras construcciones, la aplicación de la NEC (Norma Ecuatoriana de la Construcción) que está vigente garantiza edificaciones mejor construidas.

No obstante, también se deben cuidar detalles extraconstructivos que, aunque parecen banales, tienen un efecto negativo en la población porque la confunden.

Un ejemplo es la publicidad inmobiliaria. Muchos materiales y conjuntos que se ofertan por todos los canales publicitarios (prensa, televisión, redes sociales, folletería...) hablan de que son antisísmicos.

Y esa afirmación falta a la verdad: ninguna edificación es antisísmica al 100%. Aún no se ha encontrado el sistema constructivo eficaz para resistir los sismos y otros fenómenos más extremos sin sufrir ni un rasguño.

Lo que se busca es la sismorresistencia, que debe cumplir requisitos estructurales de existencia, permanencia y factibilidad. Esto significa que el edificio puede caerse, pero antes debe garantizar su estabilidad hasta que sea evacuado totalmente y con el menor peligro para las personas.

Así es que hay que empezar por lo primero: no engañar a la gente al promocionar productos, materiales e inmuebles.

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