Los profesionales que estudiaron en el extranjero enfrentan distintos retos laborales

Tres profesionales, que realizaron sus estudios de cuarto nivel en el extranjero, emprenden diferentes retos a su llegada al país. Aunque en la vida laboral nada está garantizado, ellos concuerdan en que la experiencia académica adquirida fuera del Ecuador es un pilar fundamental para su desarrollo. Ahora buscan poner en práctica lo aprendido en cada una de sus carreras.

Daniela Ugazzi retornó al Ecuador en diciembre de 2013. Ella es economista de profesión y estudió una maestría en Responsabilidad Social Corporativa en IAE Gustave Eiffel, en Francia. Su viaje de estudios se ajusta al programa de becas de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia Tecnología e Innovación (Senescyt), en el área de Ciencias Sociales, y consta en el listado de becarios retornados al país.

Su motivación para estudiar en París fue “buscar una mejor especialización en el área de responsabilidad”, confiesa. A diferencia de la educación en el país, la maestría tuvo un gran nivel práctico pero reconoce que las clases en el Ecuador, aunque teóricas, son más personalizadas.

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Al cabo de tres meses Daniela todavía no encuentra un empleo -al momento de la entrevista- que se ajuste a su perfil de estudios. “Uno regresa con las ideas del tamaño del universo y creo que sí me he dado contra el planeta”, cuenta la becaria. En Francia tuvo la oportunidad de acceder a un empleo pero no pudo aceptarlo debido a las exigencias del programa del Senescyt, que requiere de su presencia en el país por al menos tres años, confiesa.

Según el reglamento para el otorgamiento de becas para programas de estudios de cuarto nivel del Senescyt, el becario debe cumplir un periodo de compensación, estipulado en el artículo 22. El programa de becas exige “cumplir con el tiempo de compensación que es el doble de tiempo de financiamiento de los estudios”, cita el portal web de dicha institución.

Durante su estancia en Europa no tuvo ningún tipo de barreras, pero eventualmente se le dificultaba la comunicación con su familia, debido a las siete horas de diferencia horaria respecto a Ecuador.

Un caso similar vivió en Corea del Sur el economista David Rodríguez, quien considera que realizar una especialidad fuera del país fue su meta. Esto, en el contexto de “un profesional que vive en un mundo globalizado”. Aunque tuvo que adaptarse a las 14 horas de diferencia horaria y, por supuesto, al ‘shock’ de una cultura totalmente diferente.

En Seoul National University, Rodríguez estudió una maestría en Economía durante 15 meses. Su viaje se concretó gracias a que ganó una beca del Gobierno Coreano, mediante la Agencia de Cooperación Internacional (KOICA). Para ello tuvo que certificarse en idioma inglés antes de salir del país.

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A su parecer, la diferencia educativa que existe en Asia radica en el nivel de investigación y profundidad. “El trabajo de tesis fue extenuante”, recuerda. Asimismo destaca las facilidades para acceder al conocimiento, ya que la Universidad le brindó las herramientas y documentos necesarios para terminar con éxito sus estudios.

Actualmente trabaja para el sector público y afirma que no se le hizo difícil encontrar una plaza de empleo, ya que el hecho de haber estudiado en el extranjero “es un valor agregado”, en su opinión.

Con una visión revolucionaria en el área de la odontología regreso de Brasil Santiago Lalama. Su experiencia en el extranjero fue diferente, ya que llegó a ese país sin saber hablar portugués. Tras analizar varias oportunidades, decidió asistir a la Universidad Maringá, en Sao Paulo. Allí realizó una especialidad en prótesis dentaria, que duró año y medio.

El financiamiento de los estudios los realizó a través del crédito educativo del Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo y Becas (IECE). Sin embargo tuvo que pedir un segundo préstamo porque el presupuesto del primer crédito no fue suficiente. “Brasil es caro y se me fue la plata”, recuerda Santiago. A casi dos años de su regreso, todavía sigue pagando los valores adeudados.

En Brasil vivió de cerca la pasión y la entrega por el trabajo, producto del modelo local. “Los profesores se entregan al conocimiento, en cambió acá (Ecuador) intentan imponerte”, asegura. Y ese conflicto lo vivió luego en la vida profesional cuando trató de aplicar sus conocimientos.

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A su llegada, trabajó en clínicas particulares cobrando porcentajes por sus servicios profesionales. Pero confiesa que los problemas eran una constante debido a que su método de trabajo no terminaba de encajar con los colegas de profesión. “Quería hacer una odontología diferente y tuve problemas”, afirma.

Logró implantar su modelo odontológico en la clínica Smile Design y alcanzó un considerable éxito, al punto que se convirtió en el dueño de dicho establecimiento. Recuerda también que durante su estadía en Brasil “todo fue superable” y no “existió ninguna barrera”.

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