El Hospital Pablo Arturo Suárez, en el norte de Quito, está saturado. Así lo admite Andrés Corral, su director.
El funcionario explica que la demanda de pacientes aumentó en un 50% en relación al 2009. “Desde que se implementó la gratuidad estamos congestionados”. La casa de salud atiende en promedio a 580 personas al día.
fakeFCKRemoveLa afirmación de Corral salta a la vista. En el hospital, hay largas filas en el área de consulta externa. El lunes pasado no fue la excepción. Las personas madrugan a las 04:00 para adquirir un turno. “Vine a las 07:30. Espero un turno para gastroenterología”, indica Gladys Vaca, quien llegó desde Cayambe. La mujer asegura que en la casa de salud de su localidad no hay especialidades.
“Somos un hospital de referencia de la red norte y llega gente de Imbabura, Carchi, Cayambe, Nanegal’”, precisa Álvaro Guamantica, coordinador de consulta externa y emergencia.
Esa es otra de las causas para el incremento de usuarios. 62 médicos atienden en consulta externa de especialidad y cirugía general. Cada facultativo, solo en la mañana, recibe a no menos de 16 pacientes. En especialidades como pediatría y traumatología la cifra asciende a 25.
“Quiero un turno en Otorrinolaringología para mi esposa. Somos de Ibarra pero en el hospital de allá nunca hay turnos”, refiere Euclides Herrera. Ellos vinieron al sitio a pesar de que en el Pablo Arturo Suárez existe un ‘call center’. “El 30% del total de turnos los entregamos a través de este sistema”, insiste el Director. El resto se otorga como antes, es decir, los usuarios deben madrugar para conseguir una cita médica.
Fernando Sacoto, salubrista, cree que “este problema histórico persiste porque no se tienen suficientes unidades de atención de salud primarias”. Y agrega: “No han destinado recursos para fortalecer la atención en el primer nivel. Hay compras sin criterio, por ejemplo, un mamógrafo para San Lorenzo ( Esmeraldas)”.
El área de emergencia también se satura, los fines de semana. Entonces, se atiende en promedio a 120 pacientes diarios.
“Cuando ya no podemos atender, remitimos al paciente a los hospitales Eugenio Espejo o Enrique Garcés”, anota Guamantica.
El hospital ubicado en la calle Ángel Ludeña y Machala tiene capacidad para 126 camas. Sus autoridades aseguran que se requieren obras de ampliación.
¿Qué solución se plantea para cubrir la demanda de pacientes? Corral considera que deben coordinar el trabajo con los centros y subcentros de salud. “El 50% de pacientes que acuden al hospital puede tratar sus problemas en el primer nivel”.
A la avalancha de pacientes que se produce, se suma la falta de medicinas, pues solo disponen del 70% del cuadro médico básico, admitió Corral. Algunos pacientes deben comprar sus medicamentos en las farmacias de los alrededores. Así, Hilda Silvestre compró colirios porque el hospital no los tenía en existencia.