Si una persona que se ha visto afectada por una catástrofe no recibe ayuda en las 72 horas posteriores al proceso aumentan las tasas de suicidio. Así lo han demostrado estudios científicos y es en esta cifra donde radica la importancia de los primeros auxilios psicológicos.
Este método, según la psicóloga clínica Diana Molina es una guía “sobre cómo apoyar adecuadamente a las víctimas de distintos niveles en el periodo inmediato subsiguiente a hechos fuertemente angustiantes, como el desastre que estamos pasando los ecuatorianos”.
El fin de los primeros auxilios psicológicos es dar información sobre cómo los voluntarios pueden ayudar a los afectados en el aspecto emocional. Les enseña a establecer contacto con las víctimas de una manera segura y sin que las acciones resulten contraproducentes.
Aunque idealmente son psicólogos o personas especializadas en salud mental quienes deben prestar estos servicios, la situación generada en Ecuador por el sismo de 7.8 grados en escala de Richter que golpeó al país y otras catástrofes hacen que la situación cambie.
Según Molina, “se necesita más que nada de la humanidad, de personas que estén dispuestas a ayudar a los afectados y tengan la fortaleza de poder hacerlo sin ser un peso más para el resto”.
Para poder prestar esta ayuda es importante que los voluntarios estén preparados emocional y mentalmente y es mejor si tienen ciertos conocimientos de psicología. “En casos como estos, donde el desastre es masivo, es importante tomar en cuenta que los voluntarios que quieran ayudar emocionalmente a otros deben poder manejar de manera más efectiva y útil sus propias emociones y las del resto”, explicó Molina.
Por ello es importante que las personas que quieran prestar primeros auxilios psicológicos estén informados sobre las posibles reacciones de una persona luego de un desastre natural. El shock, la respuesta desorganizada, la estabilización y la adaptación son las más comunes.
Asimismo, Molina dice que es importante que las personas estén preparadas para responder preguntas– sobre todo en el caso de los niños-, por lo que deben conocer acerca del acontecimiento y los servicios y recursos que están disponibles.
Otra recomendación de las psicóloga es organizarse. Una manera de lograrlo es agrupando a las víctimas en grupos pequeños de entre 4 y 6 personas para que se sientan acompañados. Además se debe contar con un espacio donde se pueda ayudar a las personas que pueden necesitar privacidad o tranquilidad. Otra razón por la que la psicóloga aconseja trabajar en grupos es por la cantidad de víctimas que hay en las catástrofes naturales.
Quienes estén interesados en prestar primeros auxilios psicológicos deben presentarse antes a la persona que buscan ayudar. “No acercarse invasivamente sin respetar su espacio.”, dice Molina. Una manera de lograr este objetivo es presentándose con anterioridad y respetar si las personas no quieren ayuda.
El lenguaje corporal y el tono de voz son importantes para transmitir tranquilidad a las personas. Asimismo, se debe estar dispuesto a acompañar a los damnificados y preguntarles sobre sus necesidades y preocupaciones, recomienda la psicóloga.
Es importante saber cómo se realiza el acompañamiento. Es decir, no minimizar las emociones o necesidades de los damnificados. “No se debe decir ‘no llores’ o ‘creo que no necesitas eso ahora’, esto puede generar reacciones agresivas”, dice Molina.
Por otro lado, tampoco se debe intentar solucionar lo que las personas sienten ni hacer recomendaciones “no es el momento”. Se debe evitar también dar falsas esperanzas “no sabemos, por ejemplo, si el familiar va a aparecer con vida”.
Al contrario, para poder generar empatía la psicóloga recomienda normalizar las sensaciones que tienen los damnificados. Decirles “es normal que te sientas así” o dejar que llore es importante, esta última acción permite regulación en la mente y la liberación de endorfinas– neurotransmisores moduladores, entre otras cosas, del dolor-.
Por último, antes de retirarse del lugar el voluntario debe despedirse y dejar a la persona que ayudó con una red de apoyo que puede estar formada por conocidos, la familia y otros voluntarios.