En el Manuela Cañizares, los alumnos recibieron clases de refuerzo académico. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Sobre las gradas del patio del Colegio Manuela Cañizares, en el centro de Quito, se sentaron los estudiantes de octavo grado de Educación Básica.
Eran las 11:30 del jueves pasado, cuando Michael C. junto a Doménica D., ambos de 12 años, repasaban ciencias naturales.
Ella tiene 6,2 sobre 10 y él 7 de promedio en esa materia. Por ello, con otros chicos, tomaron clases de recuperación para reforzar sus conocimientos y rendir las pruebas quimestrales, que comienzan hoy en la Sierra y en la Amazonía.
Según el Ministerio de Educación, más de dos millones de alumnos de planteles fiscales, particulares, municipales y fiscomisionales rinden esas evaluaciones en esta semana.
Luego tendrán sus vacaciones del 3 al 12 de febrero. El Instructivo para la Aplicación de la Evaluación Estudiantil indica que las pruebas que rendirán los alumnos son parte de un proceso de observación, valoración y registro de información, que evidencia el logro de objetivos de aprendizaje de los estudiantes y que incluye sistemas de retroalimentación.
Por eso, el 80% de las calificaciones de cada parcial se obtiene de las pruebas continuas que se dan en el transcurso de los primeros cinco meses del año lectivo. El otro 20% sale del porcentaje del examen quimestral. Los maestros también levantan informes de aprendizaje que incluyen el promedio de las calificaciones parciales y el examen final del primer ciclo de estudios.
Otra disposición es que, antes de las evaluaciones de fin de ciclo, los estudiantes reciban clases en las materias en las que tienen dificultades.
En los centros fiscales de Cuenca, desde hace dos semanas, se hicieron los correctivos y refuerzos para las pruebas de bloque y las pruebas de fin de ciclo.
Según Priscila Jimbo, directora de la Unidad Educativa Julio Matovelle, los docentes trabajaron bloque a bloque con los estudiantes que tienen notas inferiores a 7 puntos, el promedio mínimo para aprobar el año. De otro lado, a los padres de familia se les hizo firmar cartas de compromisos para que estén pendientes de las tareas y cronogramas de estudios de sus hijos.
Esos trabajos se realizaron los martes de 13:30 a 14:30, mientras que otros recibieron tutorías entre miércoles y jueves de 12:30 a 13:30. Las pruebas de bloque son cierres de parciales, cada seis semanas, y los alumnos cubren una unidad. En los últimos días de clases se hace la evaluación.
En el Manuela Cañizares, de Quito, los alumnos tomaban clases de refuerzo en matemática, inglés, lengua… Mariana Arellano es profesora de ciencias naturales e indicó que, en el transcurso de la semana pasada, los chicos se nivelaron en lo que les faltaba para los exámenes, pero eso no sirve si es que los padres no les ayudan a estudiar.
Tampoco si no les revisan los deberes en casa.
Asegura que uno de los mayores problemas es que los chicos no hacen las tareas y eso repercute en sus calificaciones finales. Luego se quedan a rendir los exámenes supletorios porque les faltan puntos.
Doménica D. no quiere vivir eso. Cuenta que sus papás se han preocupado más de los estudios de su hermano, quien cursa el penúltimo año de Bachillerato, y se descuidaron de ella.
Ahora, sus padres están pendientes de ella y la apoyan cuando estudia ciencias naturales; le revisan sus apuntes, le hacen cuestionarios.
Michael C., en cambio, cuenta que tiene buenas notas en otras materias, pero falló en esa asignatura. Sus padres confían en que obtendrá una buena calificación y le comprarán un celular como premio.
Los alumnos del Colegio Isaac Newton, de la capital, también se alistan para los quimestrales.
Su vicerrector, Mauricio Meneses, indicó que los chicos de ese centro reciben clases de fortalecimiento académico todos los días.
A su juicio, los alumnos de ese centro tienen más problemas en las pruebas de matemática, lengua y literatura, ciencias naturales e inglés.
Los estudiantes de los colegios de Riobamba, capital de Chimborazo, también se prepararon para las pruebas.
En la Unidad Educativa Santa Mariana de Jesús, los docentes se organizaron para el cierre del primer quimestre. Allí los trabajos prácticos de los chicos, sus lecciones y deberes representan el 50% de la nota, mientras que los exámenes que rendirán en los próximos días representan la otra mitad.
Matemáticas y ciencias son las materias que generaron más problemas académicos en este período.
Para recuperar notas y mejorar los conocimientos, se implementaron planes de recuperación y clases adicionales.
Anghie Velarde es una de las alumnas que forma parte de esos esquemas para mejorar sus calificaciones. Este consiste en clases extraordinarias y trabajos de investigación. “Aún hay tiempo para mejorar las calificaciones, el propósito es no tener que rendir exámenes supletorios al final del año”.
Entre tanto, en los establecimientos fiscales, los maestros también siguen el calendario académico. En varios colegios, la semana pasada, se iniciaron las juntas de curso para analizar las calificaciones y casos especiales de los estudiantes.
“El calendario académico se cumple sin ninguna novedad ni retrasos”, dijo Dimas Gaibor, director del Distrito Educativo Riobamba–Chambo.