Omar Puebla también tiene entre sus premios el primer lugar en la Bienal Internacional de Escultura de Quebec, en Canadá, en el 2012. Foto: José Luis Rosales / EL COMERCIO
El cristo y el infierno sorprendieron en el III Salón de Escultura Religiosa de San Antonio de Ibarra, provincia de Imbabura, en el norte de Ecuador. Esta vitrina cultural abrió sus puertas el 22 de julio de 2016.
El artistas Jorge Ibadango, oriundo de San Antonio, mantiene su taller en casa, situada en el barrio San Vicente. Foto: José Luis Rosales / EL COMERCIO
Dos obras que representan a estos iconos fueron las ganadoras de primer lugar, del certamen que reunió a 19 obras de artistas del país.
La mayoría de artesanos de esta parroquia se caracterizan por su concepción estética y la depuración de la técnica, especialmente en la escultura religiosa tradicional, explica Rodrigo Colorado, coordinador artístico del Salón. Por ello, considera que el potencial creativo de la imaginería contemporánea ayuda a fortalecer la visión artística de los hábiles talladores locales.
La primera obra titulada Cristo Humano, del autor Omar Puebla, se destacó en la modalidad de escultura contemporánea. Mientras que, El Infierno, de Jorge Ibadango, triunfó en la especialidad de escultura tradicional.
El trabajo de Puebla representa a Jesucristo con los brazos estirados, hacia los costados, como si estuviera en la cruz. Refleja a un hombre delgado sin piel, al que se le puede ver los órganos. Fue modelado completamente con plastilina, el material que le acompaña desde su niñez a este artista.
El profesor de Escultura de la Universidad Central del Ecuador, nacido en Quito, recibió con emoción la nominación.
Comenta que lo que buscó es hacer un homenaje al ser humano. Para él, las personas pasamos momentos difíciles al igual la divinidad. Su obra la plasmó en seis meses.
También resalta a la plastilina como material artístico, que siempre ha estado relegada a juego de niños.
El Cristo Humano se exhibe dentro de una urna de cristal. La imagen es tan perfecta que parece un cuerpo humano verdadero en miniatura.
Mientras tanto, El Infierno, de Ibadango, está representado en un madero de nogal, en donde se visualiza a los pecadores vigilados por un lucifer. Este escultor, de 50 años de edad, se inspiró en este tema porque considera permite reflexionar a las personas.
Con 20 años de experiencia en trabajar la madera ha ganado dos veces el Salón de Escultura Religiosa de San Antonio, en la modalidad tradicional. En la primera cita, logró el máximo galardón con su propuesta: El Cristo atado a la columna.
Un infarto al corazón le obligó a disminuir la jornada de trabajo. Pero su amor por el arte le obliga a coger las gubias y formones de dos a tres horas diarias. Es por ello, que El Infierno le tomó en modelarle cuatro meses.
Entre los criterios que consideró el jurado de selección y premiación, integrado por Tito Heredia, Marcia Vascónez y Ximena Carcelén, están los elementos simbólicos e iconográficos, la composición, el dominio de la técnica, el uso de soportes no tradicionales, la libertad creativa de cada artista, entre otros.
Por ello, en la escultura tradicional el segundo premio se adjudicó Pablo García y el tercer Carlos López. Las menciones de honor fueron para Jorge Luis Villalba, Germán Potosí, Sixto Terán.
Mientras que, en la contemporánea Edwin Limaico y Particio Barberán lograron el segundo y tercer puesto, respectivamente. Los artistas Marcelo Villacís, Jansen y Washington Jaramillo fueron galardonados con menciones de honor.