Vista panorámica de Pailatola, en Atuntaqui. Este sector es estudiado por arqueólogos para conocer su estado de conservación. Foto: Archivo EL COMERCIO
Cuando el viajero llega a Atuntaqui, en la provincia de Imbabura, todas las miradas se posan en los negocios de comida y textiles.
A dos calles, paralela a la Panamericana, está la avenida Luis Leoro Franco, una de tantas vías adoquinadas, con aceras, casas y cerramientos.
Uno de esos cerramientos oculta un monumento arqueológico muy conocido por los locales y que pasa inadvertido para los que llegan de otras partes, aunque hay tiendas, restaurantes y hosterías que llevan su nombre. Se trata de Pailatola, la mayor de las tolas de Atuntaqui.
Las tolas son montículos de tierra, adobe o cangahua construidos para diversos fines, afirma el historiador Ramiro Andrade. “Sobre todo son montículos ceremoniales y religiosos, que ante las urgencias de defensa de los nativos Atuntaquis y pueblos aledaños comandados por Cacha, se convirtieron en obstáculos para el enemigo y en puntos de apoyo para la defensa de la gran fortaleza de Tontaqui, ubicada en el llano a los pies del volcán Imbabura, origen de la ciudad actual”, señala el experto.
El enemigo era el Inca Huayna-Cápac. El historiador Segundo Moreno Yánez destaca en su obra ‘Historia antigua del País Imbaya’ que Atuntaqui fue una plaza de armas en la época preincaica, con capacidad para albergar entre 5 000 y 6 000 personas en un área aproximada de cinco mil metros cuadrados.
En Atuntaqui se destacan tres de estas tolas: Orozcotola, Pupotola y Pailatola. Sobre la primera se construyó el cementerio de la parroquia Andrade Marín, del cantón Antonio Ante, cuya cabecera cantonal es Atuntaqui. Pupotola es contigua a la anterior, más pequeña y deteriorada. Se cree que las tres tolas son equidistantes de la fortaleza de Tontaqui, de la que no se tienen vestigios arqueológicos pero sí muchos relatos. De hecho, el actual escudo del cantón Antonio Ante incluye una torre de piedra para conmemorar a la legendaria fortaleza de Atuntaqui.
Pobladores locales llamaron la atención de la investigadora de la Universidad de Michigan, la arqueóloga Tamara Bray, para que profundice su tarea en Atuntaqui y concretamente en Pailatola.