Compras online abren un debate ambiental

Imagen de uno de los centros de empaque y procesamiento de entregas de Amazon, ubicado en Estados Unidos

Imagen de uno de los centros de empaque y procesamiento de entregas de Amazon, ubicado en Estados Unidos

Imagen de uno de los centros de empaque y procesamiento de entregas de Amazon, ubicado en Estados Unidos.

En pocas semanas empezará la época más intensa de compras en línea, que tiene su clímax en el ‘cyber monday’ y los días previos a la Navidad. Por ello, varias empresas y organizaciones ambientales han lanzado iniciativas para crear un ecosistema digital más amigable con el planeta.

Una de las empresas en apoyar un cambio en el comercio electrónico fue Amazon. Luego de la Cumbre de las Naciones Unidas en Nueva York, a finales de septiembre, Jeff Bezos, director ejecutivo de la compañía, anunció un plan para convertir a su negocio en una empresa con cero emisiones de carbono hacia el 2040.

Esta es una respuesta a las polémicas ambientales en la que ha caído Amazon en los últimos años. Por ejemplo, entre el 15 y 16 de julio de este año se realizó el Prime Day, un evento exclusivo para compradores que buscan ofertas y en el que se adquirieron a escala global 175 millones de productos de distribución inmediata.

Ya que la premisa era que los productos llegaran en un promedio de 24 horas, si no era en el mismo día de la compra, esto aumentó el impacto del comercio electrónico en el medioambiente. Si en una compra normal un paquete podía moverse por tierra o adjuntarse a otros más grandes para que su transportación sea más eficiente, en el Prime Day se incrementó el gasto energético relacionado con almacenamiento de objetos, utilización de paquetes y envoltorios, envíos por vía aérea y mayor presencia de camiones repartidores.

Una situación similar ocurre en el Día del Soltero, una festividad plagada de ofertas y que en los últimos años ha crecido exponencialmente. Tan solo en Asia, este día de descuentos, que en 2018 implicó el procesamiento y envío de 812 millones de paquetes, dejó 300 mil toneladas de basura relacionada con empaquetamiento (cajas de cartón, papel envoltorio, plástico de seguridad, etc.). Este volumen de basura equivale a lo que producen en un solo día 272 millones de latinoamericanos.

Para el consultor ambiental Carlos Granda De la Torre, el comercio electrónico sí es más amigable con el ambiente, siempre y cuando “las condiciones de compra y venta no lleven la huella de carbono hasta la puerta del consumidor”. Con esto se refiere a que los usuarios de estas plataformas deben comprender que la promesa de entrega inmediata conlleva el uso de mayor cantidad de combustibles fósiles y electricidad en la paquetería.

En efecto, de acuerdo con un estudio realizado por el Centro de Transportación y Logística del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), la huella de carbono de los compradores tradiciones es de 1,63 kgCO2e. En cambio, los cibernautas generan, en promedio, 1,41 kgCO2e, lo cual evidencia que sí bajan las emisiones cuando las compras en línea son óptimas.

Sin embargo, este escenario cambia entre los cibernautas impacientes, es decir, aquellos que quieren sus pedidos lo más pronto posible. En ellos, la huella de carbono es de 1,83 kgCO2e, mucho más alto que en la cadena de compra y distribución tradicional.

Sofía López, especialista en logística, explica que efectivamente se requieren de mayores recursos al momento de hacer entregas inmediatas. Según su experiencia, un paquete que se traslada de Quito a Guayaquil de manera convencional puede tardar entre dos y tres días hasta llegar a su destinatario. Esto cambia en los casos de servicios de entrega rápida, ya que deben enviar los paquetes por avión, luego procesarlo y finalmente utilizar una van o camión para llegar en menos de 24 horas. Ella estima que la huella de carbono pudo triplicarse.

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