Las mujeres de esta comunidad siembran como lo hicieron sus antepasados. Foto: Paola Gavilanes/EL COMERCIO
Retornar al campo y volver a sus raíces para mejorar su estado de salud. Eso fue lo que hizo Salvadora Gulabisid, habitante de la comunidad Pitana Bajo, en Cayambe.
“Volví a trabajar en la chacra de mi casa”, contó, mientras exhibía orgullosa algunos de los productos cosechados y los acomodaba sobre una mesa de madera.
La mujer de cabello oscuro y de 1,50 metros de estatura tomó esa decisión después de un problema de salud mientras trabajaba en una floricultora. Además, ahora cuenta con agua para riego permanente.
Cree que le afectaron los químicos que se utilizan para tratar las flores. Y por esa razón, precisamente, los descartó por completo en la producción de tomate, remolacha, brócoli, cebolla, nabo, lechuga, papas, pimiento, col. Son alimentos 100% orgánicos.
Para evitarse más problemas con su salud recurrió a las tradiciones de sus antepasados. Ellos trabajaban la tierra con productos naturales, que básicamente eran excrementos de animales bien tratados”.
Sus familiares -contó- incluso se orientaban en el período de la Luna para sembrar un determinado alimento. También influían la salida del Sol y hasta el cambio de estación.
“Conocían mucho, y parte de ese conocimiento lo estamos utilizando ahora con otras mujeres”. Así es como también recuperan la tradición de las personas que habitaron esa comunidad muchos años atrás.
Los productos se exponen cada semana en una feria en la que participan varias mujeres de esa comunidad. Llaman la atención de los visitantes porque el color de la remolacha es más fuerte y porque el sabor del tomate es más dulce.
Algunos de esos vegetales se comercializan en varios mercados orgánicos distribuidos a lo largo de Quito.Otros, en cambio, sirven para consumo propio. Con esas papas, tomates y cebollas alimentan a sus familiares. Se nutren con productos libres de químicos y también economizan, según las compañeras de Gulabisid.
Otro factor que encanta a los visitantes es el precio. Un atado de cebolla blanca, por ejemplo, cuesta USD 0,50, mientras que a la funda de tomate la comercializan en USD 1. Nabos, calabazas, entre otros productos, se venden por unidades.
Gulabisid reconoce, junto con sus compañeras, que los precios se encarecen cuando salen de las chakras hacia las ciudades, por el costo del transporte y porque algunas revendedoras pagan arriendo.
Por esa razón extendieron una invitación para que visiten su mercadillo y conozcan el proceso de siembra y cosecha. La Comunidad de Pitana Bajo está ubicada a 3 000 msnm.
Mientras llega a ese sector disfrutará de paisajes típicos de la Sierra ecuatoriana.