El cuarzo en blanco jaspeado impone su carácter en una cocina.
El mobiliario actual -en el hogar o la oficina– forma parte sustancial del hábitat actual. Junto al factor ergonómico (las dimensiones del cuerpo humano con relación a su entorno de trabajo) y la concepción cada vez más aséptica de las estancias son los tres determinantes del diseño actual.
Para cumplir con esos requerimientos conceptuales, los diseñadores buscan los materiales más idóneos. Eso es, precisamente, lo que ha sucedido con los que se usan habitualmente para la elaboración de pisos, mesones, encimeras y otros revestimientos de ambientes como cocinas y baños.
A los tradicionales equipamientos de madera maciza o tableros aglomerados forrados con melamínico o PVC, que ya tienen algunas décadas encima, se unieron los de acero inoxidable, mármol y granito, que están en plena vigencia.
Y a estos materiales les salió, desde hace unos varios años, un competidor de gran categoría: el cuarzo.
Como afirma José Leonardo Polo, de Quarstone, estos acabados llevan el nombre de cuarzo porque su principal materia prima es la roca de cuarzo o sílice, uno de los más duros y abundantes de la naturaleza.
De hecho, explica Jaime Vinueza, de Tezzarae, el cuarzo ocupa el puesto siete de 10 en la escala de dureza de Mohs. Solo es superado por el topacio, el corindón y el diamante.
El cuarzo que se utiliza para los mesones y encimeras es más duro, sólido y compacto que el granito porque es trabajado, explica Anita Solórzano, de Hogar 2000.
Esto quiere decir que estas superficies de cuarzo se obtienen mediante un proceso industrial muy similar al de las cerámicas, donde la mezcla de los materiales pasa por un procedimiento de vibrocompresión al vacío, técnica que le dará al material una característica de alta resistencia y nula porosidad, asevera Polo.
La combinación más usual es del 84 al 95% de roca y arena de sílice; 2 al 14% de resina poliéster, según el color; 1% de pigmentos orgánicos y 1% de ligantes y catalizadores.
La proporción de los cuarzos en Tezzarae y Hogar 2000, por ejemplo, es el 94% de polvo de cuarzo y el 6% de resinas de alta resistencia y colorantes.
Este tratamiento, explica Solórzano, convierte al cuarzo en más duro, compacto y resistente que el granito, pues tiene el grano cerrado y no abierto como esa roca natural.
Pero esa solo es una característica del cuarzo; hay otras que lo convierten en un material idóneo para resistir el alto tránsito y la acción de los agentes naturales.
Polo anota algunas: no se raya, no se mancha, tiene una gran resistencia al golpe gracias a su prensado (100 t/cm2), no se deteriora con el tiempo (mínimo 30 años de vida útil), no se destiñe y presenta una gama muy amplia de colores, especialmente llanos, que no tienen otros materiales.
Es más, explica Vinueza, ahora hay nuevos diseños que imitan la textura del cuero y algunas rocas naturales.
Otra ventaja, asevera Solórzano, es que por su gran compactación los cuarzos son antibacteriales; es decir, su contaminación por estos microorganismos es casi nula.
Los precios están acordes con las cualidades del cuarzo. Los italianos de Tezzarae cuestan desde USD 200 por m2; los españoles de Hogar 2000 / Logos, desde USD 230 a 490 por m2.