Rodrigo Cevallos pintó en los cuerpos de James Sigüenza y Patricia Amón. Foto: Modesto Moreta / EL COMERCIO
Pintar animales, la naturaleza, la fauna, los símbolos shuar, kichwas y de otras nacionalidades es lo fuerte del artista amazónico Rodrigo Cevallos. Sus lienzos son los cuerpos desnudos de modelos que llegan atraídos por esta técnica y que, poco a poco, se desarrolla en la parroquia Veracruz del cantón Pastaza.
Este sector, localizado a 10 minutos del centro de Puyo, se convirtió hace 15 años en la parroquia del ‘body painting’ o pintura en cuerpo desnudo. Cevallos trajo esta técnica a Pastaza en 1998.
El 11 de febrero próximo se cumplirá el XIV Concurso Nacional de Cuerpos Pintados; más de 30 artistas participarán en el concurso. El propósito es que a Veracruz se le reconozca como la cuna de los cuerpos pintados.
En el 2001, en la feria de turismo en Quito, organizada por Ecorae, mostró bajo el estante de Pastaza esta novedosa forma de hacer arte en cuerpos desnudos y ganó el primer premio. Eso motivó a Cevallos a impulsar esta técnica, que consiguió convertirse en una corriente en los jóvenes y pintores de la provincia.
Cuenta que para poner en escena sus trabajos, investiga y convive con gente de las comunidades indígenas de Pastaza como la waorani, shuar y kichwa. Ahí conoció sus costumbres, la naturaleza, su cultura, las tradiciones y lo que identifica a cada pueblo. También, flores, mariposas, escarabajos, papagayos… Eso es lo que ha pintado en sus más de 300 lienzos humanos.
Cuenta que en cada una de sus obras, aunque duran poco tiempo, trasmite la bondadosa riqueza de la fauna y de la flora que tienen las nacionalidades, por eso las llena de colorido.
También representa los elementos de la naturaleza: agua, tierra, aire y fuego. “Donde quiera, en mis obras, impongo la Amazonía, que es rica en cultura y saberes ancestrales; lo importante es vender la Amazonía en la piel”, dice.
James Sigüenza es uno de los modelos. Cevallos diseñó en su rostro y parte del cuerpo el jaguar de la selva. Ese proceso le tomó entre 30 y 40 minutos.
Utilizó pinturas que no dañan la piel: son elaboradas con hojas obtenidas de plantas como la leche de los árboles, la arcilla, el wituk. “Es algo espectacular que en poco tiempo se plasme la naturaleza completa de la Amazonía”, señala.
Cevallos dice que en la Amazonía la gente de las nacionalidades aún pinta sus cuerpos y conservan las texturas en el rostro y en los brazos. “Yo recopilo lo ancestral, de cómo se pintaban los cuerpos para los ritos y ceremonias e intento regresar al pasado para darle un tinte artístico”, expresa.
En Pastaza hay 15 artistas especializados en pintura en cuerpos desnudos. Ellos han participado a escala internacional. Cada uno plasma sus bocetos y diseños, que luego se reflejan en los cuerpos pintados. Patricia Amón es otra de las modelos del cantón Logroño, de Morona Santiago.
En su cuerpo, Cevallos pintó los collares que los jefes guerreros utilizan dentro de la selva. En los pechos lleva el color de las heliconias y orquídeas.