Las monumentales hamburguesas de Pickalas despiertan de golpe el apetito

Las carnes después de pasar por la parrilla se bañan con salsa BBQ o alguna otra variedad de las salsas de la casa. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO

Las carnes después de pasar por la parrilla se bañan con salsa BBQ o alguna otra variedad de las salsas de la casa. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO

El que antes fuera un restaurante francés acoge ahora a los fanáticos de las hamburguesas y las alitas. Pickalas conserva lo rústico del antiguo local con toques modernos: es probablemente el único lugar en Quito que tiene una mesa de futbolín en medio de una cava (herencia de sus antecesores). Y no desentona en lo absoluto.

Es también el único lugar de la ciudad en el que los comensales pueden ordenar una Juicy Lucy (de 320 gramos), el nombre con el que bautizaron a su hamburguesa estrella, y alitas bañadas en salsas que llevan nombres en honor a gloriosos autos clásicos.

En el local cada detalle tiene un porqué, que obedece a un concepto de estación de servicios y todo tiene que ver con el mundo automovilístico y la vida en la carretera, desde el mismo menú hasta la decoración vintage y la banderilla con el logo del negocio con la que se sirven las hamburguesas.

Las carnes después de pasar por la parrilla se bañan con salsa BBQ o alguna otra variedad de las salsas de la casa. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO

Ojeada la cuidada carta, llega el momento de ordenar. Es Omar Hamadallah, chef y dueño de Pickalas, quien atiende el pedido. Él y su socio Cristian siempre (o la mayor parte del tiempo) están en el local para atender personalmente a los clientes. Eso los distingue.

Antes de traer la elección de hamburguesa pregunta el término de la carne, lo que solo puede ser síntoma (uno bueno) del uso de una proteína de calidad máxima. Previo a retirarse Omar pide paciencia y advierte que la comida tardará unos cuantos minutos en salir por el trabajo que implica cocinar un buen medallón de carne a la parrilla.

El lugar, ubicado en las inmediaciones de la movida Mariscal, resalta- además de la atención personalizada en manos de los propios dueños- por sus salsas caseras elaboradas con recetas originales. A punte prueba y error, y experimentaciones culinarias que duraron cuatro meses hasta dar ‘en el clavo’.

Normalmente, las hamburguesas, ya sea la sencilla Middle Road (de 150 gramos) o las voluminosas Simple Road y Juicy Lucy, vienen por ‘default’ bañadas (la carne) en salsa BBQ. Sin embargo, como se trata de que el cliente se sienta como en casa, es posible cambiar ese aderezo por las otras variedades, como la Nova (de Jack Daniels), la Mustang o la Cobra Gto (un reto para los amantes del picante).

En Pickalas se acompaña la espera (del plato fuerte) con entremeses, bien pueden ser órdenes de alitas o la entrada tradicional, papitas criollas con bastones de apio y zanahoria, con un aderezo cremoso. Mientras tanto, de música de ambiente, suena una clásica de finales de los 90, Californication de Red Hot Chilli Peppers.

Se abren las puertas de la cocina, muy cerca de la mesa elegida, y llega la hamburguesa a la mesa. Es enorme, imposible de reducirla a un bocado, imposible de comerla sin desarmarla. Es monumental. Se trata de despertar al hambre de un repentino jalón, de causar expectativa. Todo un show.

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Como se lo esperaban los chefs (Alfredo Salazar y Pablo Cruz) por el grosor del medallón, el sabor de la carne dominó. Se superpuso primero y acompañó al pan, y a los vegetales. A su parecer, faltó una pizca de sal (y un toque de grasa), para potenciar el conjunto de manjares y no dejaron de mencionar la perfecta cocción a la parrilla.

La preparación de Pickalas se llevó otro punto a favor gracias a la salsa BBQ, aunque se sintió levemente en contraste con el resto de ingredientes, a Alfredo le asombró la suavidad y textura de la misma. Y otro punto más, por las creativas papas fritas estilo soufflé condimentadas levemente con especias y los aritos caseros de cebolla que complementaron intachablemente la degustación. Salvo la excesiva cantidad de vegetales, saborearla fue un encanto.

Lograr una hamburguesa con tales cualidades resulta de la dedicación de los interesados, que empieza por la elección de un excelente producto. Así lo dejó en claro Omar. Cuidan mucho el manejo y la calidad de la carne, y sin revelar mucho de la receta exacta (que incluye o romero o tomillo para condimentar, según distinguieron los chefs) dijo que la diferencia la hacen la mezcla de carnes utilizada, y claro, el cariño que se estampa al prepararlas.

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