Los petroglifos del Carchi tienen la huella de los Pastos

Un turista capta detalles de la Piedra Pintada, en Carchi. Foto: Washington Benalcázar / EL COMERCIO

Un turista capta detalles de la Piedra Pintada, en Carchi. Foto: Washington Benalcázar / EL COMERCIO

Un turista capta detalles de la Piedra Pintada, en Carchi. Foto: Washington Benalcázar / EL COMERCIO

Las rocas también cuentan historias. Una de ellas es la llamada Piedra Pintada, que está ubicada a un costado de la carretera que conecta San Isidro con Ingüeza, en el cantón Espejo, en Carchi.

En una de las caras del peñón, que mide aproximadamente seis metros de alto por ocho de ancho, hay varios grabados realizados por el hombre en la época precolombina. Resaltan figuras de monos, círculos con rayas y otros trazos que se cree representan el infinito.

Estos vestigios arqueológicos, que revelan la presencia de los antiguos habitantes que poblaron el territorio del actual Ecuador, son patrimonio del país. Sin embargo, se deterioran por falta de protección. Así explica el arqueólogo y antropólogo José Echeverría.

Considera que esa tarea debe ser responsabilidad de los municipios, que asumieron la competencia en el tema patrimonial.

En algunos casos se han dibujado grafitis. En otros han sido destruidos por saqueadores de yacimientos arqueológicos, en busca de tesoros que supuestamente existen debajo de las rocas con petroglifos.

Sin embargo, los mayores enemigos de estos tesoros son el sol y la lluvia, que deterioran la superficie de las piedras.

Según Antonio Ibarra, director del Departamento de Cultura del Municipio de Espejo, la dependencia difunde la necesidad de conservar rocas como la Piedra Pintada.

En Archidona, en Napo, resalta otro petroglifo. Foto: cortesía Robert Gibson

La difusión se realiza en establecimientos educativos explicando que son elementos de la identidad en donde están las raíces históricas.

Echeverría asegura que no hay un inventario de las rocas con petroglifos en la Sierra norte. Sin embargo, calcula que puede haber más de 100.

La mayoría, como la Piedra Pintada, están ubicadas en el interior de propiedades privadas. Pero, el acceso al público está permitido porque los restos arqueológicos son de propiedad del Estado.

Según el fotógrafo Robert Gibson, que ha realizado investigaciones sobre el tema, existen rocas con diseños rupestres en la Costa, Sierra y Amazonía. “En la mayoría hay figuras zoomorfas (animales), antropomorfas (humanos) y geométricas”, explica. Una de estas últimas, que se cree es un mapa, está en Archidona, en Napo.

Sin embargo, un trazo recurrente es el espiral, que es un petroglifo que se encuentra en todas las regiones.

Para Echeverría, el espiral puede representar el tiempo o la eternidad. Pero también un tornado o un huracán, del que pudieron ser testigos los pueblos ancestrales.

Para Antonio Ibarra, las figuras de la Piedra Pintada son íconos de la cultura Pasto, en la fase Piartal (750 años después de Cristo). Explica que las formas de los monos, que fueron dibujadas son similares a las encontradas en vasijas de cerámica de este pueblo.

El diseño más curioso, a criterio de Gibson, es la figura de unos hombres con alas de una roca ubicada en La Rinconada, al sur de Ibarra, en Imbabura.

Para José Ibarra, alguna institución del Estado debería asumir la investigación de los sitios en donde se han encontrado los petroglifos.

En el caso de la zona norte, incluso, considera que se podría armar una ruta de carácter turístico-científico.

Recuerda que los primeros datos en torno a la Piedra Pintada se registraron en 1 850. De acuerdo con los registros históricos, luego en 1 892 Federico González Suárez hizo los primeros estudios arqueológicos, cuando se desempeñó como Arzobispo de Ibarra.

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