Organizaciones pesqueras de Colombia, Ecuador y Perú se reunieron el fin de semana en Quito por primera vez, con el propósito de afianzar lazos frente a múltiples presiones que ponen en riesgo su sobrevivencia.
Por ejemplo, el 70% de los manglares en Ecuador fue destruido por la instalación de piscinas para la producción de camarón, según el director de la Coordinadora Nacional para la Defensa del Ecosistema Manglar, Líder Góngora. Para los pequeños productores, parte de la solución es la organización entre ellos, pero también con los consumidores informados y conscientes.
De ahí su unión con Slow Fish. Siguiendo los principios del movimiento del caracol, la propuesta es comer un pescado “bueno, limpio y justo”. La iniciativa abre una esperanza para la subsistencia de las pesquerías en el mundo, en donde se estima se ha perdido el 50% de ellas, según la Organización de las NN.UU. para la Alimentación.