Personajes de fiestas populares revivieron los juegos ancestrales
La banda de pueblo de Zumbahua es la encargada de poner la nota musical. Mientras que los personajes saltan sobre los obstáculos.
Los monos, payasos, negros loeros, curiquingues, sahumeriantes, huasicamas, mayordomos, caporales, chinas, yumbos y otros personajes son parte de las fiestas populares de las comunidades indígenas de la provincia de Cotopaxi.
Estos personajes son los encargados de animar las celebraciones religiosas o paganas y de presidir los desfiles que se realizan en las calles de los pueblos.
Pero los disfrazados también se divierten con sus juegos ancestrales. En la plaza de la comunidad Quilotoa, ubicada en la parroquia Zumbahua, realizaron varias actividades al ritmo de la banda de pueblo.
Los músicos entonaron yaravíes, sanjuanitos, boleros y pasillos, mientras los disfrazados se divertían.
Juan Alomoto es oriundo de la comunidad Poaló, situada a 20 minutos de Zumbahua. El hombre de contextura delgada y cabello cano se disfrazó de oso en la fiesta del Guagua Santo Rumi y Carnaval.
Vestía un disfraz de color negro con una máscara de plástico que tenía el rostro de un oso. Unas cadenas rodeaban su cuello. Este personaje junto al cazador son los encargados de abrir paso en las procesiones. El albañil, de 45 años, solicitó a los otros personajes las máscaras o unas prendas de vestir.
Estas fueron ubicadas en el suelo ante la atenta mirada de cientos de turistas y lugareños. El juego consistía en saltar sobre cada una de las caretas de plástico o madera y las prendas de lana. El participante que tocaba uno de los obstáculos pagaba una penitencia.
El primero en entregar su careta fue Manuel Llumiquinga. El mecánico, de 35 años, se disfrazó de mono y tenía una careta de madera. La máscara fue elaborada por los artesanos de Quilotoa y su prenda la tiene desde el 2008.
Esta consiste en un overol de color blanco adornado con telas de colores.
El atuendo se complementa con un pequeño mono que cuelga de su cuello o cintura.
Otras 15 personas participaron en el primer juego. Los jugadores que perdían debían poner una botella con licor o comprar dulces y compartir con los jugadores.
El salto debe ser alto y con un solo pie. Pero algunos disfrazados se toman sus tragos y para ellos es más difícil brincar, comentó Alomoto.
Entre risas, empujones y conversaciones se realizaban los juegos autóctonos. La segunda actividad consistía en rodear los obstáculos saltando en un pie. Cada participante que brincaba tenía un juez, que era el encargado de observar que rodeara a las máscaras o a las prendas.
Las sanciones a los jugadores eran cuando topaban, se apoyaban con el otro pie o no daban toda la vuelta. Unos 200 metros de ida y vuelta debían recorrer los jugadores.
“Es difícil este juego, pero nos divertimos y les hacemos partícipes a los asistentes. Nuestra cultura debe ser compartida para que no pierda vigencia”, aseguró el dirigente Fausto Guamán.
Sofía Brown fue una de las turistas que fue parte de los juegos. La joven quiteña participó con la ayuda de los personajes. Entre risas evadió los obstáculos de ida y vuelta.
“Que difícil mantenerse en un solo pie, pero agradezco a los indígenas que nos hagan parte de sus juegos autóctonos”, indicó Brown.