Ilustración realizada por la NASA sobre la travesía de Perseverance en Marte. Este cuenta con seis ruedas que se adaptan a todo tipo de terrenos en el planeta. Foto: Nasa
La reciente llegada de la nave espacial Perseverance a suelo marciano abre muchas expectativas en torno a la posibilidad de encontrar vestigios de vida en el ‘Planeta Rojo’. Ahora el gran reto es encontrar material orgánico.
La meta no es hallar seres vivos, ya que se considera muy improbable que existan, debido a las duras condiciones ambientales de Marte. La búsqueda, en diversas geografías, está enfocada en vestigios de vida pasada.
Se cree que Marte fue un día un planeta con agua líquida y atmósfera. Pero no se sabe si llegó a albergar organismos entonces.
El astrofísico Jaime Moya dice que en Marte no se buscan fósiles, como un hueso de mamut o una huella. Se buscan muestras de vida arcaica. En la Tierra, estas existen y se las denomina estromatolitos: estructuras que se forman y crecen por acumulación de capas de bacterias que absorben minerales.
Con el tiempo, esos depósitos se convierten en rocas sedimentarias. Por fuera son amorfas, de aspecto esponjoso. Al cortarlas, su estructura interna suele mostrar anillos de crecimiento, que recuerdan a los de un árbol.
Los estromatolitos son muy escasos en la Tierra. Se encuentran, sobre todo, en aguas someras de lagos y lagunas. La mayor concentración de estos cuerpos está en el oeste de Australia. Son cementerios de millones de microorganismos arcaicos.
En Marte, el Perseverance incorpora detectores de elementos químicos y biomarcadores. Al analizar el suelo en búsqueda de restos orgánicos, estos proporcionan pistas valiosas.
Pero estos rastreadores, no son suficientes por sí solos para lograr un diagnóstico inapelable. Será necesario confirmarlo visualmente. Para eso, junto con los detectores químicos, el ‘rover’ lleva cámaras de televisión de altísima resolución, capaces de detectar estructuras de solo unas decenas de micras.
Moya recuerda que, de hecho, antes de su lanzamiento los detectores del Perseverance fueron probados con muestras de estromatolitos australianos. Tres instrumentos (microscopio, analizador de elementos y analizador molecular) corroboraron su origen orgánico.
El primer intento de búsqueda de vida en el ‘Planeta Rojo’ se remonta a 1976, cuando dos naves estadounidenses de la serie Viking fueron al sitio. Estas realizaron ensayos dirigidos a detectar características propias de cualquier ser vivo: metabolismo, respiración y crecimiento. Hace 45 años, los resultados obtenidos fueron ambiguos.
La tecnología actual permite mayor precisión: uno de los instrumentos del Perseverance es un espectrómetro de rayos X. Funciona bombardeando las muestras de roca con un haz de radiación, lo cual provoca cierta luminiscencia.
Los colores de esa luz -su espectro- dependen de su composición química. Puede aproximarse a las rocas hasta pocos milímetros de distancia. Es muy sensible a la presencia de cadenas y anillos de átomos de carbono, cuyo origen pudiera ser biológico.
Otro espectómetro usa luz ultravioleta para iluminar las muestras y provocar así una respuesta de sus moléculas. Funciona a más distancia: utiliza un láser que vaporiza pequeñas cantidades de roca y analiza la nube de gas emitida.
Cuando se detecte algún terreno prometedor, el Perseverance tomará una muestra y la guardará en uno de 40 tubos sellados. En unos seis o siete años, otro robot irá a recogerlos.