Los animales de compañía con discapacidad despiertan reacciones de pena, ternura y burla. Hay quienes luchan por cambiar tal realidad. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.
Gonzalo Albán recuerda con nostalgia las tardes en las que Kissy, su perra cocker spaniel, corría a recibirle y con un salto ágil alcanzaba a lamerle la cara. Pero desde hace dos años Kissy no puede saltar y Gonzalo tiene que agacharse para recibir su saludo.
Albán cuenta la tragedia: durante un paseo matutino, Kissy se soltó del collar, cruzó la calle y un auto la atropelló y terminó con la columna rota. El único camino que propuso la veterinaria fue la eutanasia pues se quedaría inválida, explica el dueño. Pero el cariño que sentía por su mascota hizo que se negara a dormirla.
Así, pasó devorando artículos en Internet para encontrar una posible solución. Se percató que hay perros con sillas de ruedas que tienen una buena vida. Sin embargo, no encontró ninguna empresa en el Ecuador que se dedicara a hacer ortopedia para mascotas.
Por ello, decidió hacer una por su cuenta: con tubos reciclados y ruedas de bicicletas para niños fabricó lo que ahora son las dos patas traseras de su mascota.
No se tiene una cifra oficial de mascotas abandonadas en el país, pero según Protección Animal del Ecuador (PAE) hay un perro por cada cuatro habitantes; de esos, el 70% está en las calles.
Tras el incidente de su mascota, Gonzalo sintió la vocación de ayudar a otros animales, sobre todo a aquellos que no tenían un dueño que les cuide y proteja. Actualmente, está a cargo de 20 canes callejeros.
Entre ellos se encuentra Chela, a la que encontró arrastrándose por las calles de Carcelén. Al parecer, un auto la había atropellado; permaneció abandonada durante dos días, con las dos piernas fracturadas y la columna rota. A pesar de atravesar un procedimiento quirúrgico y de haber pasado por varias terapias de rehabilitación, los ligamentos de la pata derecha trasera quedaron tensionados. Sin embargo, ahora adoptó su propio estilo al caminar: dibuja círculos con la pata afectada; pero se la ve moverse… correr, saltar y jugar.
“Las dos perritas han aprendido a desenvolverse solas”, comenta Gonzalo sonriendo, mientras que Kissy tira de la cuerda para perseguir unas palomas y Chela se enreda entre las piernas de su dueño.
Según Gabriela Quiroga, presidenta del colectivo Manada Quiteña del PAE, la organización recibe un promedio de cinco a seis perros y gatos atropellados diariamente. Por su lado, Carlos Martínez, veterinario de Veterpet, dice haber recibido -durante un período de tres años- un aproximado de 200 perros con discapacidad, de los cuales 198 sufrieron accidentes de tránsito.
Quiroga asegura que la mayoría de animales que recibe son sacrificados. “Muy pocas personas quieren adoptar a una mascota con discapacidad, creen que significa estar esclavizados”, comenta Albán. Agrega que al convivir con una mascota con discapacidad se debe tener más cuidado; por ejemplo, él debe ser más estricto en los horarios de comida de Kissy para saber cuándo hará sus necesidades.
La vida del labrador Lucas es un ejemplo más de superación. Fue atropellado por una volqueta en la empresa en la que trabajaba como ‘vigilante’. La herida se infectó a tal punto que le tuvieron que amputar la pata izquierda delantera. El dueño no quiso hacerse cargo y su solución era sacrificarlo. Afortunadamente, Patricio Galiano que pasaba por la veterinaria con su perro se enteró de lo sucedido y decidió adoptarlo.
Tras pasar por cuatro duros meses de rehabilitación, Lucas pasó a ser la fiel compañía de Elizabeth, hermana de Patricio. Ahora es la estrella del barrio. Al verlo correr, junto a Elizabeth, por el parque La Carolina, el can se ha vuelto un ejemplo de cómo salir adelante a pesar de las adversidades.
Los casos de recuperación y de una nueva vida también se extienden al universo de los mininos. Profesor X fue el amor a primera vista de David Terán y su esposa. El gato fue encontrado a pocos días de haber nacido, en una esquina del Liceo Campoverde, sin mover sus patas traseras, por una malformación ósea en la pelvis. La pareja le dio una segunda oportunidad.
Terán cuenta que trepa por los sillones y destroza cada papel que ve; se recuesta en sus piernas, mientras trabaja durante el día, y, así, con sus travesuras, se ha convertido en la alegría de la casa.
Estos animales continuaron con su vida y estas personas les dieron una segunda oportunidad. El cariño y el sentirse queridos es lo que les impulsa a seguir adelante, dice Albán. “Si la primera parte de su vida fue mala, quien los adopte brinda la oportunidad de cambiar el curso de la historia con amor y cuidado”, agrega Galiano.