Las crónicas periodísticas utilizan las herramientas de la Literatura para potenciar las historias que brinda la realidad
Redacción Cultura (I) cultura@elcomercio.com
Hay algo de lo que el periodismo vive y contra lo cual lucha todos sus días: el olvido al que pasa un artículo, el cambio repentino y lo insignificante que se puede volver una cifra; tan solo porque la vida continúa, cambiante, a ritmos que parecen cada vez más acelerados.
Pero del otro lado, y al igual que la condición humana, hay movimientos que no mutan. Vidas y acontecimientos que a contrapelo se han erigido como la memoria, mientras se las recuerda son incólumes. Entre esos dos horizontes a primera vista contradictorios está el periodismo narrativo o periodismo literario.
Su ‘ring’ de especialidad ha sido manejar con precisión y rigor investigativo el estilo literario que da vida a temas a los que no les bastaba una página entera. Uno de los clásicos de esta fusión entre literatura y periodismo de largo aliento es la novela ‘A sangre fría’ (1965), del escritor estadounidense Truman Capote. Lejos de las polémicas que rodean al mismo Capote y a los dos hombres involucrados en uno de los casos criminales más sonados del país del norte, ‘A sangre fría’ se transformó en un referente para este género ya consagrado.
Mas si se fija la mirada en América Latina, las plumas que van del periodismo a la narrativa han dado grandes crónicas que ya son libros de cabecera y de estudio para estudiantes de comunicación, escritores, reporteros y aficionados a la lectura.
Como es el caso de ‘Antología de la crónica latinoamericana actual’. Libro que compila textos de periodistas y escritores destacados de la región. Junto a las crónicas también hay una segunda parte que reúne ensayos que reflexionan en torno a la práctica periodística, como el ya conocido texto ‘La crónica, ornitorrinco de la prosa’ del mexicano Juan Villoro.
Conocido por su afición y tratamiento literario del fútbol, ha escrito una serie de libros que profundizan acontecimientos desde su visión, siempre fundamentada. ‘8.8 El miedo en el espejo’ (2011), por ejemplo, es una crónica personal de Villoro sobre el terremoto que sacudió a Chile mientras él estaba en ese país para hablar de literatura infantil. Pero si se busca un libro que dé una panorámica de los temas y el estilo del escritor y periodista mexicano puede también ser una opción su libro ‘Safari accidental’.
Otra antología que vale leer es ‘Frutos extraños’, de la periodista argentina Leila Guerriero. En ella, Guerriero indaga en las historias particulares e, incluso, tenebrosas de personas comunes.
Topando de cerca la experiencia deportiva, el colombiano Alberto Salcedo Ramos investigó la vida del boxeador Antonio Cervantes ‘Kid Pambelé’, primer campeón mundial del pugilismo colombiano. A decir de algunas reseñas, Pambelé es el vivo retrato del deporte del país vecino: un vaivén entre fama, fortuna, y tragedia.
En otra línea de investigación, Martín Caparrós recorre varios países del mundo para conocer a fondo el fenómeno de ‘El hambre’ (2014). Del cual este Diario publicó un artículo en el cuadernillo Ideas. Por último, y recordando las letras ecuatorianas e igualmente cerca de los temas sociales, la guayaquileña María Fernanda Ampuero publicó en ‘Permiso de Residencia’ más de 40 crónicas sobre la migración.
Con este breve repaso se hace evidente que el periodismo narrativo en la región, en definitiva, está más que vivo.