Dalila fue rescatada en febrero de este año. Pesaba nueve kilos, tenía problemas de piel y tumores. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
Así como un humano cuando es maltratado debe acudir a terapias psicológicas y de rehabilitación, los animales también tienen que pasar un proceso terapéutico y de reintegración a la sociedad. La analogía se vuelve precisa pues un perro presenta la fragilidad y vulnerabilidad de un infante de dos años, según han mostrado estudios de la Universidad de Columbia Británica.
En ocasiones los abusos son tan brutales que no hay seguridad de que el animal afectado pueda recuperarse. El caso de Dalila, la perra bóxer que fue rescatada de una terraza en pésimas condiciones de salud, fue uno de ellos.
Dos meses después de su rescate, Dalila todavía tiene secuelas de su maltrato. No solo se le nota en su cuerpo: tiene tumores, problemas renales y todavía no alcanza su peso ideal; la bóxer es desconfiada y temerosa. Se esconde detrás de América Freire, de la organización Patitas Callejeras. A ella se le entregó la custodia de Dalila para que sea rehabilitada integralmente.
Dalila, una perra bóxer, fue rescatada en el sector de La Gasca y sufre de desnutrición. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
“No puedo dejarla sola porque llora si no me ve”, cuenta Freire. La bóxer ha desarrollado un vínculo con su guardiana. “El perro comienza a tener una dependencia con el rescatista y sufre cuando no tiene en quien apoyarse”, dice Marco Moyón, especialista en comportamiento canino de la escuela Buenos Hábitos.
Esta conducta es una muestra de inseguridad y es uno de los problemas que pueden presentar los animales maltratados. Otro comportamiento característico es la falta de sociabilidad, agresividad y temor.
Un perro maltratado puede tener problemas para ser sociable con sus similares. Se ponen a la defensiva y no interactúan normalmente. En ocasiones este comportamiento puede llegar a la agresividad. Sin embargo, Moyón considera que estos animales pocas veces atacarán a un ser humano, a no ser que se sientan acorralados o amenazados.
Por esta razón es importante dar espacio al animal para que se sienta cómodo. Para el especialista, el ejercicio es la mejor medicina para un perro que ha sufrido maltrato.
“La caminata es lo óptimo”, cuenta. Al principio debe ser su rescatista o la persona a quien le tenga más confianza. Luego, hay que acostumbrar al animal a salir con otras personas. El objetivo es que el perro recupere su equilibrio mental y sea capaz de relacionarse con cualquier persona y mascota.