Infografía de rutas de buses| Reportes sobre el tráfico| Participe: ¿Cómo vivió el inicio de clases con sus hijos?
Para Luciana Egas, de 4 años, la novedad de este año escolar era el recorrido escolar. Su madre, Daniela Aguayo, temía que no quisiera ir sola en la buseta de la escuela. La pequeña es una de los 1,6 millones de estudiantes que ingresarán a clases esta semana en el régimen Sierra. Luciana parecía tranquila en la víspera de su primer día de clases en la escuela Ludoteca. En su casa, todo estaba casi listo: los uniformes con el nombre bordado, las nuevas cajas de lápices y marcadores.
Su madre confiaba en que esta semana, por ser la primera, sería para que la pequeña se acostumbre a sus nuevos compañeros de aula. Los forros plásticos y los membretes aún estaban en la bolsa de la papelería. “Esta semana arreglaremos los cuadernos”.
El año pasado, Luciana ya asistió al prekínder. “Pero uno ve cómo va creciendo”. Aguayo recordó que en el anterior inicio de clases, su hija se ambientó rápido. “Yo lloré más que ella”, bromeó.
El mismo ambiente de expectativa por el primer día de clases se vivió en la familia de los hermanos David, Diego y Juan Carlos Montalvo. Su madre, Jenny Cando, recogió sus cuadernos, los llevó a una iglesia de la Kennedy para que el sacerdote los bendijera. Lo mismo hicieron decenas de alumnos que fueron a misa ayer.
Cando prefirió que sus hijos no salieran de paseo porque se acercaba el inicio de clases. “Nos dedicaremos a desocupar los cajones de los escritorios para que queden libres para el nuevo año”.
Esta familia tenía todo listo. La mochila la compraron hace un mes, porque encontraron una buena promoción. Ayer, sus uniformes estaban planchados. Por si acaso, Cando pensaba medirles las prendas, “quizá necesiten que les suba el dobladillo”.
Aunque el Ministerio de Educación propuso un cronograma de inicio de clases, el mayor de los tres hermanos, David, comenzaba el octavo de básica mañana, por estar en un centro privado.
Los niños que irán a la escuela ingresarán mañana. Sin embargo, Harold, que irá a segundo de básica, y Kenny, que ingresará a quinto, ya tenían todo listo ayer.
Carmen Fajardo, su madre, buscó en todos los almacenes del centro el modelo de mandil que requiere en su escuela. “Fue lo más complicado de encontrar”.
Los dos hermanos asisten a la escuela anexa al Instituto Tecnológico M. Cañizares. Ayer fue la última noche que pudieron acostarse tarde, como en todas las vacaciones. Desde hoy, dijo Fajardo, deberán ir a la cama a las 20:00, para despertarse temprano.
Compras de última hora
Los padres aprovecharon ayer para hacer las últimas compras escolares. Los centros comerciales de Quito estuvieron saturados por decenas de familias que acudieron en busca de cuadernos, libros, zapatos, mochilas, uniformes y demás prendas escolares.
El Centro Comercial de Mayoristas y Negocios Andinos, en el sector de Guamaní, en el sur de Quito, tenía previsto atender hasta las 19:00 debido a que la clientela seguía llegando. Allí acudió Paola Vargas con su pequeña hija Maité Jaramillo.
Aún le quedaba por comprar la blusa, el mandil y los zapatos. La mujer dejó todo para el final debido a que trabaja y no tuvo tiempo.
La afluencia de gente también se sintió en los puestos de mochilas. El vendedor Brayan Cisneros estaba cansado ante la demanda de los clientes.
Mónica Parra regateaba para conseguir el mejor precio de las mochilas para su hija y sus tres sobrinas. Mientras tanto, en el Centro Histórico se saturó de clientes, en especial los locales alrededor de la Plaza de San Francisco.