La cinta ‘15:17 Tren a París’ se rodó en EE.UU., Italia, Países Bajos y Francia. Foto: outnow.ch
Cuando un director quiere filmar una cinta basado en hechos reales, el balance entre la ficción y la realidad resulta clave. Es un punto de equilibrio al que ha podido llegar Clint Eastwood como director, en ‘15:17 Tren a París’.
Esta cinta reconstruye los hechos ocurridos el 21 de agosto del 2015, cuando un grupo de pasajeros del tren que cubría la ruta de Ámsterdam hacia París logró contener un atentado terrorista.
Esto se narra con lujo de detalles en el libro ‘15:17 a París: la verdadera historia de un terrorista, un tren y tres héroes americanos’, escrito por Spencer Stone, Alek Skarlatos y Anthony Sadler, tres de los pasajeros que iban a bordo del vehículo, en colaboración con Jeffrey Stern.
La publicación sirve como base para el primer guion cinematográfico firmado por Dorothy Blyskal. A partir de un argumento en apariencia simple, Eastwood, oscarizado actor y director, con más de 60 años en la industria, se plantea nuevos retos.
Eastwood quiso elevar el nivel de realismo y decidió prescindir de actores profesionales; invitó a un grupo de pasajeros que vivieron aquella traumática experiencia a ser parte del rodaje y así reconstruir los hechos, algunos en las mismas locaciones del incidente.
Stone, Skarlatos y Sadler se interpretan a sí mismos en‘15:17 Tren a París’ mientras que Eastwood se enfrenta al desafío de dirigir a actores naturales en este nuevo proyecto, que aunque bien logrado, no será el más notable de su carrera.
Este thriller biográfico va reconstruyendo paso a paso lo sucedido en el vagón Nº 12 de un tren Thalys de alta velocidad, mientras narra paralelamente la historia de los tres protagonistas, quienes se conocieron y fueron amigos desde la infancia.
En esta parte del relato, dramatizada por actores profesionales, se van dando forma a unos personajes expuestos en sus logros y frustraciones, sus ventajas y limitaciones, con lo cual queda claro que Eastwood no busca una historia de próceres idealizados ni héroes de acción prefabricados, sino de personas ordinarias haciendo cosas extraordinarias.
Existe un fuerte componente religioso y un discurso de orgullo nacional que atraviesa la película, cuyas secuencias, atmósferas y tonos no encajan del todo con la cinematografía más íntima que suele mostrar Eastwood como director.
En lo que dura el recorrido cronológico, el filme también pretende jugar a las casualidades, que van trazando el camino que desemboca en aquel vagón del tren a París. El epílogo muestra la lucha eterna entre la vida y la muerte.
Este suceso fue calificado como “acto de humanidad” por el presidente François Hollande, quien condecoró a los héroes del tren a París.