Patrick Modiano dio su discurso de recepción del Premio Nobel a inicios de este diciembre. Foto: AFP.
El nuevo Premio Nobel francés no se parece en nada a su antecesor, Le Clèzio, cuya obra es más exótica, diversa; de contacto con lo mítico y de más variedad de espacios narrativos, generalmente remotos.
El ámbito de Modiano es enteramente urbano, casi exclusivamente parisino. Sus calles, bulevares, parques, museos, universidades, teatros, cinemas, estaciones y, sobre todo, cafés son el espacio, no tanto de encuentro, sino de desencuentro de sus personajes, casi anodinos, que comparten sus temores y fracasos, agudizados por el tráfago y el ritmo de la urbe.
Así lo vemos en ‘El horizonte’, novela en la que dos personajes, como la Maga y Oliveira de Rayuela, también se encuentran y se desencuentran en París. La inmigrante Margaret le Coz da con el autoexiliado escritor y librero Jean Bosmans, para unir la soledad del uno con la del otro.
Aquella huyendo de un pasado berlinés y de un acosador, y este, huyendo de su madre y de un excura, quienes lo persiguen para sacarle dinero a las malas. El encuentro es ilusorio: no hay comunicación debido a la zozobra en la que viven. Pasan cuatro décadas y Modiano (o el narrador) busca que se encuentren de nuevo, pero el final es dudoso y abierto.
Buen complemento para esta novela sería ‘La hierba de las noches’, en la que un escritor fracasado reconstruye, a partir de anotaciones y recuerdos, su vida al lado de una mujer evasiva y ambigua, con carita de “yo no fui”, pero con antecedentes criminales.
Modiano maneja elementos de trama policíaca, pero la novela no encaja en el género; a pesar de que sostiene un ambiente de intriga, su resolución queda en el limbo, a la imaginación del lector.
Libro ineludible es ‘Trilogía de la ocupación’. La primera parte, ‘El lugar de la estrella’, tiene como protagonista a Raphaël Schlemilovitch, un judío colaboracionista (es decir, sapo) que, aprovechando su condición de ricacho, penetra en las altas esferas nazis para que no lo toquen; amante de Eva Braun y confidente de Hitler, se autocalificó el ‘judío oficial del Tercer Reich’. Su cinismo y autoironía convierten esta novela en la más humorística y mordaz de Modiano.
La segunda parte, ‘La ronda nocturna’, es la picaresca francesa en el siglo XX. Se trata de una cofradía de hampones que, amparados en su calidad de Gestapo francesa, roban, secuestran, extorsionan, torturan y se reúnen en un palacete para beber, desmadrarse y repartir botín.
Allá llega el protagonista, alias Lamballe, como espía del inspector más corrupto de París, quien lo envía a espiar a una banda competidora. Cuando la contacta, esta lo contrata para lo mismo, de modo que, al quedar navegando en dos aguas, sella su destino.
El tríptico se cierra con ‘Los paseos de circunvalación’, uno de sus relatos más autorreferenciales, sobre todo en lo que atañe a la relación con su padre.
La obra más afamada de Modiano es ‘Dora Bruder’. En ella se demuestra que una trama puede ser episódica, discontinua, hecha de fragmentos y basada en documentos de archivo.
Se demuestra también que el pasado es brumoso; que se reconstruye como en Cervantes “por conjeturas verosímiles”. El tema de la novela es producto del zoom que el autor aplica a un drama de miles para verlo en una situación concreta y sacarlo del mundo de las estadísticas o del relato histórico, para hacerlo patente, real: los franceses entregan a los nazis a miles de judíos para que se los lleven a los campos de concentración. Dora es una de ellas.
La obra esencial de Patrick Modiano, por su carácter autobiográfico, es, sin lugar a dudas, ‘Un pedigrí’, relato íntimo, sincero y conmovedor sobre su infancia y adolescencia en los internados en los que sus desprendidos padres lo abandonaron una y otra vez.
Eran un par de aventureros que andaban cada uno por su lado: su madre, bailarina de tercera, era cínica; le enviaba mensajes como: “Muchacho, no creas que me olvido de ti, pero tengo tan poco tiempo para mandarte paquetes”, y su padre esperó seis años para hacerle una visita y darle ánimo.