En la Universidad Ikiam se creó un museo con objetos rescatados en Pashimbi. Foto: Cortesía Ikiam
A pesar de los siglos y de las múltiples expediciones para conocer su interior, la selva amazónica todavía guarda secretos para la arqueología contemporánea. Uno de esos es Pashimbi, una zona ubicada en los alrededores de la Universidad Amazónica Ikiam y donde se han encontrado objetos y tierras que develan el pasado de un territorio que, si bien no fue un centro de poder, tuvo una relevancia histórica como lugar de intercambio comercial y de agricultura intensiva en el Alto Napo.
Para comprender la historia de este sitio hay que situarse entre los años 4092 A.P.-3956 A.P. (Antes del Presente). Para ese entonces, de acuerdo con una investigación recientemente liderada por la arqueóloga María Soledad Solórzano, aparecieron los primeros humanos en la zona denominada Pashimbi, en relación con el río que bordea a esta comunidad ubicada a pocos minutos de la cabecera cantonal del Napo.
Este primer asentamiento, que llegó a los años 3493 A.P. – 3381 A.P., registró el uso de materiales de piedra, creación de altares y la presencia de fogones, con los cuales ya se empieza a tener cierto nivel de pertenencia entre la gente y la zona.
El siguiente momento histórico se dio de 3185 A.P. y 3000 A.P. hasta 1950 A.P. y 1822 A.P., cuando empieza la ocupación denominada Pambay, en relación con el pueblo registrado en la zona del Cutucú y el valle de Pastaza, asentado más al sur de Pashimbi. Aquí empieza a aparecer un elemento destacado que acompañará a la historia de este sitio: la cerámica.
Desde 1533 A.P. hasta 1339 A.P. surge otro momento histórico: la ocupación Cosanga I, relacionada con el pueblo ubicado en el valle del Quijos. En este momento, las cerámicas ya no solo son utilitarias sino que sirvieron también como urnas funerarias. Junto con esto hay un elemento que llama la atención a los investigadores: la notable presencia de obsidiana, que indica que la zona tenía un alto contacto extrarregional con gente de los Andes.
De 1416 A.P. al 793 A.P. se dieron las ocupaciones Moravia y Cosanga II. En esta etapa ya se registra la agricultura intensiva en la zona, hay mayor presencia de obsidiana, un posible comercio interno por chacras, y también la presencia de cerámicas con decoración de líneas rojas, muy similares a los artefactos que se han encontrado en Píllaro. Esto refuerza que el sitio comenzó a tener una mayor presencia como punto de intercambio de bienes antes de la Conquista.
Ya para la ocupación Tena (645 A.P.-312 A.P.), en Pashimbi hay una vinculación con la zona Zancudococha, ubicada al noreste y muy cerca de la frontera con Perú. En ese momento, este asentamiento se apoyó en pequeñas chacras para su subsistencia.
El instante más reciente de la composición del sitio de Pashimbi es el colonial, del 225 A.P. al 139 A.P.; aquí aparece un elemento decisivo en la historia del sitio, relacionado con el uso de sus tierras. Los análisis geoquímicos demostraron que no hubo actividad agrícola intensa o que esta no quedó bien documentada.
Para Solórzano, este descenso en las prácticas agrícolas mantiene relación con el hilo histórico amazónico durante la época colonial. En efecto, gran parte de los acontecimientos coloniales se desarrollaron entre la Sierra y la Costa, lo cual dio paso a un abandono de la Amazonía hasta finales del siglo XIX, cuando empieza la fiebre del caucho y que luego se retomaría con la explotación de los campos petroleros.
Como se puede ver en los distintos momentos de ocupación humana, Pashimbi no era solo un sitio con un pequeño asentamiento humano. El material arqueológico registrado en las distintas capas de tierra demuestra que este era un punto estratégico para el comercio entre el gran Amazonas y los Andes ecuatoriales. La presencia de cerámicas con elementos de Píllaro o del sur del Oriente ecuatoriano son un testimonio de un pasado amazónico tan rico como las rutas comerciales entre la Costa y la Sierra.
En efecto, si la historia moderna del Ecuador tuvo como un hito al Ferrocarril Transandino, la Amazonía cimentó su comercio en el transporte fluvial. Sin embargo, para Solórzano, este no fue bien comprendido por los conquistadores españoles, a pesar de que estas rutas a través de los ríos unían a toda la selva sudamericana, convirtiéndose en un canal único y rico para el comercio regional.
En la actualidad, el reto no solo consiste en seguir descubriendo más de este pasado, sino mostrarlo al público. En esta línea, los proyectos Pashimbi Milenario (centrado en la investigación y la museografía) y Artesanías de Producción Milenaria (enfocado en artesanos locales) se han convertido en estrategias para conocer más del pasado amazónico.