Con una charla empieza la guía, a través de los pasajes adaptados para conocer las costumbres de los montuvios. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.
Las fincas y haciendas ya no solo son espacios destinados para el uso particular. En Manabí, al menos unos 20 de estos lugares son una suerte de vitrina, donde se permiten visitas guiadas para conocer todas las tradiciones del pueblo montuvio. Esos sitios están entre los cantones Portoviejo, Sucre y Santa Ana.
Esta experiencia empezó desde que eran unas campiñas, pero hace dos años sus propietarios les adaptaron cabañas, senderos y caminos señalizados en dirección a los ríos.
En la parroquia Chirijos se encuentra la finca agroturística Galemar. El pasado fin de semana, un grupo de estudiantes de la Universidad Laica Eloy Alfaro recorrió parte de las 10 hectáreas del lugar.
Un antiguo sombrero con la insignia de un hombre a caballo llamó la atención de Christian Zambrano. En el centro de este ícono montuvio aún es visible la huella de una herradura impregnada con un hierro al ‘rojo vivo’. Zambrano supo que hace años, los ancestros manabitas marcaban el sombrero tal y como lo hacían con sus reses. Era una valoración peculiar para distinguirse frente a otros y, sobre todo para evitar confusiones a la hora de dejarlos sobre los portasombreros.
La finca agroturística Galemar tiene un pequeño museo con otros sombreros marcados por sus antiguos dueños. También resaltan los viejos candados, los machetes de diferentes filos y mangos, y los ganchos artesanales para cortar el monte y el cuero.
Eduardo Mendoza es artista e investigador de las tradiciones del pueblo montuvio. En febrero pasado emprendió en un taller vivencial en la finca Galemar, para que los jóvenes conocieran la ruta que los ancestros recorrían para llegar al centro poblado del antiguo Portoviejo. La travesía empezó por el cerro La Victoria, por donde los ancestros manabitas caminaban por horas, esquivando maleza, animales silvestres y fango.
Esos caminos ahora están desaparecidos, pero Mendoza y el grupo de 10 participantes lograron reabrirlos con la ayuda del machete.
Desde la montaña se observa al vecino cantón Santa Ana donde están las otras fincas destinadas al rescate de la tradición montuvia. En la zona funciona la Casona Montuvia, ubicada en el sitio La Mocorita. Este proyecto comenzó el 2016, por iniciativa de Wilfrido Pico.
Desde entonces, en el escenario que montó se reviven las formas de vida de los montuvios manabitas, su entorno y tradiciones.
La estructura es una mezcla de paja toquilla y latilla de caña guadúa. No tiene paredes. Uno de los elementos que se destaca dentro de la estructura es un horno de madera tradicional.
Otro complemento de la casona es la finca integral y un sendero que permite recorrer la zona. En el área de cultivos se puede encontrar cacao, yuca, café, limón, papaya, plátano, piña, aguacate, guineo, entre otros productos.
Los visitantes ayudan a la recogida de los productos y de esa forma recrean la tradición del montuvio a la hora de la cosecha. En esta casona, cada año se realiza el ritual del intercambio de semillas del pueblo montuvio. Se practica con el fin de preservar sus semillas de cilantro, maní, maíz, zapallo y otros productos nativos.