El mobiliario actual forma parte sustancial de la vida de la gente. Esa característica, unida al factor ergonómico (las dimensiones del cuerpo humano con relación a su entorno de trabajo) y la concepción cada vez más aséptica de las estancias son los tres determinantes del diseño actual.
Para dar cumplimiento a esos requerimientos conceptuales, diseñadores, fábricas y laboratorios buscan con loco afán los materiales más idóneos.
También, es la razón por la cual los grandes talleres internacionales buscan la colaboración -por muchos dólares o euros- de los popes del diseño de objetos o de interiores.
En ese reducido, pero tan competitivo Olimpo, se encuentran actualmente genios como Philippe Starck, Karim Rashid, Patricia Urquiola, Marc Newson, Yves Behar, Jonathan Ive, James Dyson, Ron Arad, los hermanos Campana y un puñado de privilegiados más.
Esa es la dicotomía del diseño actual: creativos diseñando objetos que necesitan de nuevos materiales para volverse realidad y no quedar como simples utopías.
En los laboratorios de fábricas y empresas químicas han nacido materiales como el Corian, un polímero acrílico de múltiples aplicaciones inventado por Dupont.
También aparecieron la fibra de vidrio, la fibra de carbono, el panel sándwich, las resinas fenólicas, el ‘honeycomb’, los paneles ‘composites’, el grafeno…
Los paneles ‘composites’, por ejemplo, están conformados por un compuesto de aluminio que permite ser doblado y curvado a voluntad. El grafeno, en cambio, es una capa de carbono transparente que supera al diamante en dureza, densidad, resistencia a la temperatura y conductividad.
En ese estado de cosas estamos ahora, ¿qué vendrá después?