Estudiantes realizaron pambamesa para agradecer a la Pachamama

Estudiantes de Ilades participaron en la ceremonia del solsticio. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO

Estudiantes de Ilades participaron en la ceremonia del solsticio. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO

Estudiantes de Ilades participaron en la ceremonia del solsticio. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO

Con una pambamesa bastante robusta, estudiantes del Instituto Superior Tecnológico Ilades, de Quito, despidieron el 2016. Realizaron esa actividad ancestral para compartir en comunidad y para conocer más sobre los rituales de nuestros antepasados.

La pambamesa formó parte de la ceremonia del solsticio que se celebra el 21 de diciembre, según Paulina Paredes, profesora del instituto.

Ese día se caracteriza por ser el más largo en el sur del planeta. En Ecuador, los solsticios marcan tiempo de siembra y de cosecha. “Ahora estamos recolectando lo que hemos sembrado”, recordó.
Por esa razón los estudiantes llegaron a una de las salas principales de Ilades portando papas, choclos, queso, fritada, plátanos y bebidas.

La mayoría de productos son originarios de la Sierra ecuatoriana, pues es allí en donde se realizan estas ceremonias. Son muy comunes en Riobamba, Latacunga, Ambato.

“Se las realiza en épocas o fechas especiales y esta es una de esas”, contó Kylago, fundadora de Mushusk Pakari, una escuela que difunde saberes ancestrales y que en español significa Hacia un Nuevo Amanecer.

La reunión fue dirigida por Paredes, quien lució un traje completamente blanco. Tras dar la bienvenida a sus estudiantes agradeció –al viento, sol, agua- por lo obtenido durante este año.

Realizó un par de oraciones y a continuación arrancó un cabello y lo sepultó junto a unas lentejas bajo un puñado de tierra, dentro de una maceta. “La Pachamama –madre tierra- es bondadosa, tenemos que retribuirla de alguna manera”, mencionó.

Después, fueron los estudiantes los que colocaron sus cabellos dentro de la maceta. Paredes contó que también tiene la opción de depositar una gota de sangre.

Tras elevar las plegarias para que la cosecha sea robusta en el 2017 llegó la hora de compartir los alimentos. Las mujeres armaron los platos con los productos autóctonos, mientras que los varones sirvieron la bebida: jugo de mora.

Durante la cena, Paredes explicó la presencia de la fritada. “Este animal llegó con los españoles y poco a poco fue formando parte de la gastronomía de nuestros antepasados”.

Más adelante habló de la persona que preside la ceremonia. Se trata, según ella, de un hombre y mujer con jerarquía dentro de la comunidad. Le llaman taita o mama y está en la capacidad para guiar a jóvenes y adultos, pues, además de conocimiento, es una persona ejemplar. El mismo, aseguró, jamás se hereda. “Se lo gana con ejemplo”.

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