Para frenar la violencia contra la mujer, ¿qué hace falta, además de las campañas oficiales o las declaratorias de fechas sobre el tema?
Es muy importante que el Gobierno se preocupe de esta lacra social que es la violencia contra la mujer y la violencia intrafamiliar. Esta campaña y los decretos 561 y el 620 han promovido la conformación de un Comité interinstitucional (ministerios de Gobierno, Educación, Salud e Inclusión Social). También la formación en esta materia de un conjunto de personas. La campaña es un primer paso, un buen inicio.
¿Cómo cataloga la campaña Reacciona Ecuador, el machismo es violencia?
fakeFCKRemoveEs una acción importante. En el mundo siempre ha habido violencia. Pero ahora parece haberse acentuado. Las estadísticas lo sustentan: 7 de cada 10 mujeres son violentadas intrafamiliarmente. Pero lo más significativo para erradicar la violencia contra la mujer es la educación. Esta se debe generar desde la casa, desde que los niños nacen. El ejemplo es importante: que no presencien los maltratos del padre a la madre porque se ‘naturalizan’ estos comportamientos. Luego son patrones culturales que se reproducen a lo largo de su vida. Esta educación debe estar presente en las escuelas y colegios.
¿En especial, contra qué se debe luchar para frenar esta forma de violencia?
Se tiene que luchar contra el comportamiento humano, en especial del varón. Desde que nace no recibe una educación adecuada sobre el trato a la mujer. Reitero: la educación es lo primero que se debe corregir. Empezar por no emitir palabras groseras. Es ahí cuando comienza la violencia. El momento en que un diálogo no es cortés, no hay respeto y sube de tono, se llega a la agresión. Hay que evitar la violencia de la palabra. Hay que educar para que la gente sea comedida y respetuosa, primero en la familia.
¿Cree que el machismo, que es otra demostración de violencia, también está presente en el discurso oficial?
Por supuesto. A nuestro amigo Presidente (Rafael Correa) muchas veces se le escuchan palabras agresivas. Se le contabilizaron 250 epítetos y la cifra cada vez aumenta en sus discursos. Eso promueve en el conjunto de personas que usemos palabras ofensivas. Esa es una de las violencias más graves, la de la palabra. La educación hacia la palabra es un factor importante en el cual hay que poner énfasis. La palabra agresiva promueve violencia, que puede terminar incluso hasta en un crimen.
Cuándo se habla, por ejemplo, de ‘gordita horrorosa’ o de ‘bestias salvajes’, ¿se incurre también en este tipo de violencia?
Claro. Eso es una forma de violencia. Desde el poder se está dando mal ejemplo. A lo mejor el presidente Correa no se da cuenta de que sus palabras generan manifestaciones agresivas. Talvez es algo innato dentro de su personalidad, pero la realidad es que está promoviendo violencia.
¿La falta de cultura y de educación es un factor que incide en estas manifestaciones de violencia?
Sí, definitivamente. La falta de educación provoca comportamientos violentos. Esta cultura está en todos los estratos del país y del mundo. Es un problema social que no distingue rango social. Está presente, de igual forma, en la clase alta, media o baja. Insisto: comienza con la palabra y termina con la violencia. Es un factor cultural fuertemente arraigado. Se piensa que los sectores populares o indígenas son los únicos que sufren. Ahora las indígenas que se integran al proceso de desarrollo ya están conscientes de que nadie las debe maltratar.
Si se mira desde otra óptica, ¿hay el riesgo de que al rechazar la violencia contra la mujer se genere un movimiento igualmente cargado de rechazo, contra los hombres?
No. En tantos años que se promueven los derechos de las mujeres y en los 25 de experiencia que tengo en temas de mujeres, no ha ocurrido lo contrario. Desde que se crearon las comisarías de la Mujer, el promedio de denuncias de maltrato es de 99 mujeres frente a un solo hombre que reclama. Las mujeres siguen siendo las víctimas.
La violencia contra la mujer no necesariamente proviene de un hombre
La violencia contra la mujer tiene varias aristas y actores. Se produce también de mujer a mujer o entre géneros. Pero el hombre todavía figura como el principal agresor.
En este panorama de machismo y de violencia contra la mujer , ¿cómo se ejerce la libertad?
En el país no hay las condiciones para ejercer la libertad. Los ecuatorianos, en general, estamos prisioneros de un sistema político y económico que controla desde nuestros bienes. Así no nos sentimos seguras para desarrollarnos.