El país proyecta un turismo más sustentable

La laguna Cuicocha es frecuentada por turistas que van en busca de actividades como el senderismo. Foto: archivo José Mafla / EL COMERCIO

La laguna Cuicocha es frecuentada por turistas que van en busca de actividades como el senderismo. Foto: archivo José Mafla / EL COMERCIO

La laguna Cuicocha es frecuentada por turistas que van en busca de actividades como el senderismo. Foto: archivo José Mafla / EL COMERCIO

Generar hábitos amigables con el ambiente y causar un menor impacto en los ecosistemas son dos de los mayores retos del sector turístico en la actualidad. Estas prácticas se están instalando con más fuerza en la agenda global, al ser el 2017 el año del turismo sostenible para el desarrollo.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cada año alrededor de mil millones de personas viajan por el mundo. Si se realizara una gestión adecuada, los viajeros podrían contribuir a la protección de la flora y fauna.

Este año, el turismo sostenible fue elegido como uno de los ejes centrales del Día Internacional de la Diversidad Biológica, que se conmemora cada 22 de mayo. La ONU resalta en esta ocasión los beneficios de esta modalidad turística para la conservación, la biodiversidad y el crecimiento económico de las comunidades.

La visita a las áreas protegidas y el turismo de naturaleza es una parte de este propósito. Durante el 2016, alrededor de dos millones de personas visitaron estas zonas en el Ecuador a diferencia de las 525 000 que se registraron en el 2007. ¿Pero la presencia de turistas puede causar una consecuencia en estos ecosistemas?

Gunter Reck, director ejecutivo del Instituto de Ecología Aplicada de la Universidad San Francisco de Quito, sostiene que el impacto de las visitas es manejable con buenas conductas, reglas, guías, senderos y prácticas que permiten que la vida silvestre responda de forma positiva o tolerante.

Si no se respetan las reglas, en algunos casos se puede conducir a la migración de las especies. Por eso, se toma en cuenta el tipo de vida silvestre, cómo se va a realizar el recorrido, se establece el número de personas permitido y se enseña a los turistas a mantener “acciones prudenciales que cuiden la naturaleza”.

Actualmente, Reck está trabajando en dos proyectos en Galápagos. El primero es un sistema para garantizar que los impactos en el territorio sean aceptables. El segundo es un curso para nuevos guías.

La educación es sumamente importante para mantener el control de estos sitios y ha sido uno de los causantes de que el turismo en Galápagos haya tenido tan pocos impactos en la vida silvestre, dice Reck.

En el 2013 existían 263 guardaparques en el país y, hasta el año pasado, la cifra subió a 735. Según el ministro del Ambiente, Walter García, “se creyó fundamental consolidar el talento humano”. Por eso, se brindaron capacitaciones y se certificó a 435 personas.

Para García, el aumento de visitantes a estas zonas se debe a al mejoramiento del servicio, al fortalecimiento del equipo humano, a la gratuidad en el acceso y a la inversión en la infraestructura.

El año pasado, la isla Santay recibió 352 000 visitantes nacionales y 10 000 extranjeros, lo que la convirtió en una de las áreas protegidas más visitadas. En esta zona se invirtieron USD 264 000 y se dio apoyo comunitario a las asociaciones, que son quienes administran las cabañas y los restaurantes.

Según el Ministro, durante este año se colaboró con las comunidades, sobre todo con las que están en provincias que presentan vulnerabilidad al cambio climático.

En la capital también se están llevando a cabo iniciativas enfocadas en el turismo no masivo. Gerson Arias, jefe de Operaciones e Investigación de Quito Turismo, explica que la tendencia de los viajeros en la actualidad es elegir destinos que proporcionen experiencias y un contacto más cercano con los locales.

En el subsistema de áreas protegidas del DMQ se está trabajando con las comunidades para generar empleo, mientras se promueve la conservación del ecosistema. En Mashpi ya se pueden observar los primeros emprendimientos de este tipo.

Además de las visitas a las zonas naturales, Arias recuerda que el turismo sostenible es un modelo de desarrollo que está presente en otras actividades. El papel de los hoteles es fundamental para incentivar prácticas ambientalmente responsables. En el 2016 se midieron 150 millones de toneladas de CO2 en el mundo provenientes del sector hotelero.

En Quito, actualmente, existen 195 establecimientos que cuentan con el Distintivo Q, por promover el turismo sostenible en el ámbito social, ambiental y económico.

Para Reck, es importante que se promocionen los lugares que tienen prácticas amigables con el ambiente. En los restaurantes, dice, se puede implementar modelos que garanticen que la comida provenga de recursos renovables y bien manejados.

Suplementos digitales