Claudia Zambrano, docente y madre, dicta clases mientras su hija Isabella la acompaña. La niña, de 5 años, ya está en vacaciones; su madre no. Fotos: Vicente costales y Diego Pallero / EL COMERCIO
Las vacaciones escolares son un desafío para Claudia Zambrano, madre y docente de inglés. En un día, tiene que cumplir con sus labores profesionales y arreglarse para compartir con su hija Isabella, de 5 años, que terminó las clases.
Para lograrlo, Zambrano modificó sus horarios y actividades. La niña también cambió su rutina: ahora debe madrugar a las 05:30 cuando en época de clases lo hacía a las 06:00.
Ambas desayunan rápidamente y la pequeña acompaña a su madre al colegio, ubicado en Lumbisí (Cumbayá).
Desde el pasado 6 de julio, los estudiantes de instituciones educativas del régimen Sierra y Amazonía terminaron el año escolar. Solo en Quito son 642 633 niños, quienes ya disfrutan del verano. Isabella, por ejemplo, pasa las vacaciones en el trabajo de su madre.
Zambrano se ‘escapa’ de sus labores educativas para jugar con la niña y darle un refrigerio. Lo hace luego de dar clases a los estudiantes, reunirse con sus compañeros de trabajo, tomar pruebas, acudir a juntas de curso y otras actividades.
En ocasiones, la niña entra a clases con su madre. Los temas no le gustan y se aburre. En esos momentos, Zambrano aprovecha para que sus alumnos y su hija interactúen. Se divierten y entienden el tema.
Llevar a la niña al trabajo es complicado – admite la docente, de 29 años -, ya que se aburre constantemente y extraña a sus amigos de la escuela.
Esta realidad hizo que la docente busque un curso vacacional. Finalmente, se decidió por un taller de baile por horas para que la niña se divierta.
En el 2015 se registraron 672 negocios relacionados a la enseñanza de actividades deportivas, artísticas o culturales, a escala nacional, especialmente en vacaciones. La danza, el deporte, el teatro, la fotografía y las manualidades son algunas actividades que se realizan en estos espacios, donde laboran 1 970 personas, según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) a este Diario.
Cristina Córdoba, quien trabaja desde su casa, enseña a sus hijos programación informática infantil en vacaciones.
En las guarderías y en las instituciones educativas, también se dictan cursos de verano para que los padres dejen a sus hijos en el mismo espacio. En el vacacional del centro infantil Upa Lalá hay danza, huerto orgánico, cocina, cine. El curso será hasta agosto.
Los cursos vacacionales son una opción para evitar el aburrimiento de Pauli, de 10 años, y Dani, de 7. Son hijos de Cristina Córdoba, quien desarrolla páginas web para empresas.
El lugar de trabajo es su casa, ubicada en el sector de El Batán, en el norte de Quito. En la época de clases, Córdoba trabaja mientras sus hijos están en la escuela (de 07:00 a 15:30).
Pero en vacaciones tiene que arreglar sus horarios, cambiar las citas con sus clientes y evitar que sus hijos estén ‘pegados’ a la computadora o a la televisión, que son su mayor preocupación.
Hasta la semana pasada, los dos niños estuvieron en un curso de natación en la tarde. En ese tiempo, Córdoba aprovechaba para asistir a reuniones. Si los clientes le solicitan reunirse a las 09:00, ella les pide que sea a las 14:00 “para compaginar con el curso”.
En esta semana, sus pequeños ingresaron a otros cursos. La niña está en escalada y él en taekwondo. Los talleres se dictan en la mañana, por lo que Córdoba acomodó nuevamente su horario.
Si no logra coordinar sus citas, tiene la facilidad de poder comunicarse vía Internet.
Cuando los chicos no van al curso, aprenden programación infantil y juegan en línea en un mundo virtual en casa.
Para Wagner Villacís, docente de Psicología de la Universidad De las Américas (UDLA), padres e hijos deben reestructurar su tiempo y cambiar sus actividades de forma óptima, ya que las vacaciones son sinónimo de relajación y diversión. No deben significar un estrés.
Para ello, es necesario que los padres sean más flexibles para que los niños puedan descansar, divertirse y comenzar una nueva jornada escolar.
Otra recomendación del experto es que los progenitores compartan las actividades que disfrutan sus hijos. No se puede imponer tareas que son propias de los adultos.
Desde que salieron a vacaciones, Sandra Paspuel juega con su hija Valentina, de 6 años, a la pelota en el patio de su casa; salen al parque con la bicicleta o suben a los juegos infantiles. Sin embargo, esta madre no puede pasar todo el tiempo jugando con su hija, porque debe cumplir con las labores de su hogar: cocinar, limpiar, hacer compras.
Antes de salir a vacaciones, pensó que sería fácil estar con la niña en casa, pero no. Valentina se aburre con facilidad y recurre a la televisión o al celular para entretenerse. “Eso le controlo bastante, porque no me gusta que pase mucho tiempo en la tele o con el celu”.
En agosto, el trajín de estas familias será más relajado. Zambrano, por ejemplo, tendrá 25 días de vacaciones para viajar con su esposo e hija. Un plan similar tiene Córdoba y Paspuel junto con sus familias.
En contexto
Los estudiantes del régimen Sierra y Amazonía entrarán a clases el próximo 4 de septiembre, según el Ministerio de Educación. En total son más de dos millones de alumnos, que ingresaron al período 2015-2016. Los estudiantes cumplieron 200 días.