Pasillos, poemas y hasta Michael Jackson para festejar a los padres del hospicio

Este grupo coreográfico se movía lento pero con seguridad. El clásico Thriller, de Michael Jackson resonó en el Hogar del Corazón de Jesús, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, y puso a bailar a un grupo de adultas mayores, vestidas con la clásica camisa, pantalón, corbata y sombrero negro que caracterizaban al Rey del Pop.

Este miércoles 17 de junio, algunos zombies -interpretados también por residentes del hospicio- deambularon entre los asistentes al festejo por el Día del Padre, que se realizó en un corredor al aire libre. Con harapos, teñidos de manchas rojo y algunas pústulas de utilería, causaron sorpresa entre los espectadores de la primera fila, quienes quedaron perplejos en sus sillas de ruedas.

Esta fue una de las actividades del show de talentos, que se realizó durante la mañana para agasajar a los padres del Hogar. Los pasillos y baladas que los hermanos Herrera entonaron con sus guitarras pusieron a cantar a los adultos mayores. Pero también aplaudieron con energía cuando un grupo de jóvenes bailó regaetton, hip-hop, breakdance y hasta salsa choque.

Don Miguelito, Hernán, Luis y Héctor marcaban el ritmo con sus manos y bastones. De los 350 residentes del Hogar del Corazón de Jesús, 150 son varones. Muchos de ellos son padres, abuelos y bisabuelos, quienes recibieron la visita de algunos familiares esta mañana para celebrar por adelantado su día.

En el sitio se adecuó un escenario con piso antideslizante. De un cortinaje oscuro resaltaba el marco de un antiguo televisor rojo. Aquí, escena tras escenas, se presentaron cantantes, poetas y hasta actores.

Antes de saltar a las tablas, Armando Mosquera (70 años) repasaba su libreto. Él fue uno de los protagonistas de una obra que reflejaba -con un toque de jocosidad-, la realidad de los adultos mayores que viven con alzhéimer.

Don Armando no es padre, pero dice que tienen dos hijas de crianza a quienes quiere profundamente. Antes de llegar al asilo trabajaba cuidando vehículos en el parque Chile, una zona céntrica de Guayaquil. Pero ahora descansa en parte, porque es uno de los actores principales del elenco de teatro del lugar. “Aquí encontré una nueva familia. Me siento muy bien”.

Otros residentes, como Fausto Espinoza (73 años), sí son padres. Tiene dos hijos y nietos, pero por tiempo y distancia -viven en General Villamil Playas-, dice que no suelen visitarlo frecuentemente.

Eso no borra su espíritu siempre alegre, como lo ha demostrado en otras obras que han presentado en grandes teatros de Guayaquil. “Estar aquí y ser parte del grupo de teatro ha cambiado mi vida. Hasta me siento más joven”.

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