Padres se involucran más en la crianza de sus hijos y rompen roles de género

Luis García tiene la patria potestad de su hijo Amaru de siete años. Mario Troya comparte las tareas del hogar con su esposa y sus hijos y Paúl Rivas vive junto a su hijo Matías. Estos padres decidieron involucrarse más en la crianza de sus hijos. Fotos:

Luis García tiene la patria potestad de su hijo Amaru de siete años. Mario Troya comparte las tareas del hogar con su esposa y sus hijos y Paúl Rivas vive junto a su hijo Matías. Estos padres decidieron involucrarse más en la crianza de sus hijos. Fotos:

Luis García tiene la patria potestad de su hijo Amaru de siete años. Mario Troya comparte las tareas del hogar con su esposa y sus hijos y Paúl Rivas vive junto a su hijo Matías. Estos padres decidieron involucrarse más en la crianza de sus hijos. Fotos: Cortesía Luis García, Cortesía Mario Troya, Sara Oñate/ EL COMERCIO

Cocinar, limpiar, dedicarse a los hijos ya no son tareas realizadas exclusivamente por la madre. Hoy por hoy, los padres tienen un rol cada vez más grande en la crianza de los más pequeños del hogar. Algunos toman la decisión voluntaria de involucrarse más en esta tarea, mientras que otros se ven enfrentados al reto de hacerlo y rompen así, los roles de género. 

Sin haber pasado por un divorcio o algo similar, Mario Troya acompaña a su esposa Mireya Mosquera en la crianza de sus dos hijos: Ariel de 10 años y Martin de 6. Cuando tuvieron su primer hijo, el hombre tenía 26 años. “Era joven”, asegura, “y darse cuenta que esa personita que está ahí y depende de uno, es un shock emocional bastante fuerte”.

Troya marca una diferencia importante entre el matrimonio y la paternidad. “El matrimonio puede ir bien o mal, pero con tus hijos no tienes chance de que te vaya mal”, sostiene el profesor de la Universidad San Francisco de Quito.

La primera vez que Troya sostuvo a Ariel en sus brazos “no dejaba de llorar de la emoción”, dice. Aunque aquel llanto hubiera parecido de desconsuelo, él dice que era de felicidad pura. Cuatro años después nació Martín, su segundo pequeño. Troya asegura que el sentimiento fue el mismo. “Obviamente tienes más experiencia”, pero agrega que a partir del segundo hijo comienza un nuevo camino. “Cada vez que hay un nuevo miembro, te cambia todo”.

En la casa de la familia Troya quien cocina es el padre. Él también enseña a sus hijos a hacerlo. En la vivienda, cuenta, "no tenemos roles específicos de mujer o de hombre", sino de familia. Así, todos colaboran con las tareas. 

Según Gabriela Romo, psicóloga clínica con especialidad en niños y adolescentes, es importante que los padres se involucren en la crianza de sus hijos. Esto ayuda "a que el desarrollo emocional del niño sea mejor" brindándole "más seguridad y apoyo... Es buena influencia en el desarrollo de la personalidad"

En Ecuador, el número de padres que se enfrenta al reto de romper los estigmas sociales e involucrarse más en la crianza de sus hijos va en aumento. Según cifras del Anuario de matrimonios y divorcios del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). En el 2015 de 25 692 consultados, 1 334 papás dijeron estar al cuidado de sus hijos. Entre los encuestados se incluyó también a madres y abuelos.

La legislación ecuatoriana establece que tanto padres como madres pueden reclamar la tenencia de los hijos. El artículo 106 del Código de la Niñez y la Adolescencia establece las “reglas para confiar el ejercicio de la patria potestad”. Este establece que si los progenitores no establecen un acuerdo sobre los hijos “o si lo acordado por ellos es inconveniente para el interés superior del hijo o hija de la familia, la patria potestad de los que no han cumplido doce años se confiará a la madre, salvo que se pruebe que con ello se perjudica los derechos del hijo o hija”.

En cambio, si el niño supera los 12 años, la legislación establece que la patria potestad de estos “se confiará al progenitor que demuestre mayor estabilidad emocional y madurez psicológica”.

El primer numeral del artículo 106 refiere, sin embargo, que respecto a la patria potestad “se respetará lo que acuerden los progenitores siempre que ello no perjudique los derechos del hijo o la hija”.

Este fue el caso de Luís García quien desde hace tres años y medio es el único responsable de la crianza y manutención de Amaru, su hijo de siete años. Él no se ve como ‘padre y madre’ del menor. “Yo soy el padre, él tiene su madre. Que su madre no lo vea o que esté distanciada es totalmente distinto”, asegura.

En su vivienda la situación es similar a la de la familia Troya, a pesar de que las circunstancias sean diferentes. Son él y Amaru quienes comparten las tareas domésticas. “Lavamos los baños, lavamos la ropa, arreglamos la casa, compartimos, jugamos, leemos. Todo lo hacemos juntos. Eso implica que se rompa esa visión de pensar que hay un rol determinado para cada uno”, cuenta.

Las vivencias con su hijo las ha plasmado en canciones- es músico y gestor cultural- y una de ellas, Más que amigos, muestra las vivencias diarias de esta familia diversa.

Por la formación que Amaru recibe en casa ha tenido conversaciones con su padre sobre lo que significan los roles de género y, por lo tanto, las diferencias entre sexo y género. Conversaciones que García califica de "muy valiosas".

García, que no está de acuerdo con los roles que se han da do en la sociedad, no ha tenido dificultad de asumir los otros “que nos toca como seres humanos, mas no como hombres y mujeres. En mi caso, como padre, ha sido un reto muy hermoso, porque el Amaru y yo aprendemos juntos”.

Sin embargo, él y su hijo no han logrado escapar de los estigmas de la sociedad, pese a que el diario vivir no ha sido conflictivo, esto también gracias al apoyo de su familia .

Tienen la costumbre de viajar juntos en el cumpleaños del niño y “siempre nos pasa lo mismo. Te subes a un avión, a un bus y siempre estamos los dos solos. Nos ven con maletas. Notas que la gente se queda pensando y nos queda viendo, porque lo cotidiano es ver a la mamá siempre con los hijos”.

El caso de Paúl Rivas, de 32 años, es similar al de Luis. Él está a cargo de su hijo de 11 años desde hace siete meses. Su rutina, junto a la de su hijo Matías, se inicia de lunes a viernes a las 06:00. Mientras el menor toma una ducha su padre le prepara el desayuno. Entre risas, Paúl apresura a Matías y se dirigen a la escuela. Se despiden con un cálido abrazo y cada uno toma su rumbo. 

Paúl va a su trabajo, un taller de restauración cerca de su vivienda. A las 12:30, retira al pequeño de su lugar de estudios y vuelven a casa. Allí almuerzan, esta vez el menú era el favorito de Matías, arroz y fréjoles. El día continúa con las tareas del colegio y luego viene lo más divertido: jugar ping pong.

Paúl decidió dejar su trabajo en un banco para dedicarse tiempo completo a Matías. Su caso es especial. Por cuestiones laborales, la madre no vive con ellos y desde entonces Matías está con su padre. La pareja no se ha divorciado; lleva seis años separada.  En un principio, el pequeño quedó a cargo de los dos progenitores, sin embargo, "la situación se complicó con el tipo de trabajo (de la madre) y el Mati se quedó aquí", explica Rivas. 

Para él, la experiencia de poder compartir el mayor tiempo posible con su hijo ha sido enriquecedora y valiosa. “Somos bien unidos y me encanta pasar con él”, dice y agrega que la decisión de dejar su trabajo se dio porque veía que a su hijo le faltaban cosas, no materiales, sino afectivas.

Ahora padre e hijo son inseparables y Rivas aprovecha cada minuto para disfrutar de la compañía del pequeño. “Hoy por hoy trabajo en lo que me gusta, no tengo la presión de otras personas y lo más importante invierto mi tiempo en él”, señala.

La madre de Matías "lo puede ver cuando quiera. También pasan tiempo juntos, se van de viaje, hacen muchas cosas y lo valora tanto como yo", explica Rivas. 

Y aunque han existido varios  momentos de alegría, el hombre reconoce que sí han existido complicaciones en el proceso. "Una vez me dije que hice yo para merecer esto, pero pensé que he hecho las cosas bien y por eso tengo a mi hijo conmigo".

Ahora se siente afortunado y acepta su situación con optimismo. Sabe que hay padres que por trabajo no pueden estar con sus hijos "yo hago lo que me gusta y estoy con mi Mati", afirma. 

Troya tiene solamente un consejo para los padres primerizos, o quienes están a la expectativa de ser padres. “No acepten ningún consejo”, asegura. Cuando el hecho de ser padres es una experiencia totalmente nueva, asegura, reciben una enorme cantidad de sugerencias de cómo debe ser la crianza. Sin embargo, él considera que “siempre va a estar bien si es que nace de ustedes”.

Los estigmas a los que se ha tenido que enfrentar García no han sido un obstáculo para que padre e hijo compartan tiempo de calidad y crezcan juntos. Él asegura que “vivimos en un momento en el cual, evidentemente, hay una infinidad de criterios, de pensamientos, de creencias, a las cuales hay que respetar”.

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