Desde el taller que formó hace 22 años Pablo Gamboa Santos, un artista plástico, comenta sobre su vida. En las paredes blancas sobresalen sus obras.
Se trata de esculturas que forman rostros -porque estéticamente transmiten información sobre una persona- y cuerpos humanos trabajados sobre pintura. Dan vida, a través del color, a este lugar.
Mientras habla se acaricia la barba y afirma que cualquier espacio es bueno para generar arte. Su taller es pequeño, pero la idea es encontrar un espacio propio para trabajar en casa.
Tiene una hija y un hijo de 6 y 8 años, respectivamente. Debe estar pendiente de ellos y de realizar sus obras, a la vez. Comenta que el arte es parte de su vida. Fue profesor de niños y ahora lo pone en práctica con sus hijos.
Si uno de ellos se muestra interesado en aprender más sobre las matemáticas o la geometría no les enseña con escuadras, sino a través de un origami. Piensa que así entienden mucho mejor las dimensiones geométricas. El arte -dice- es una herramienta muy poderosa para enseñar.
Comenta que a veces sí les permite a sus hijos participar en su taller. Ellos hacen sus propios trabajos artísticos y están en proceso de formación. Aunque en muchas ocasiones sus ideas le permiten inspirarse en sus obras. “Mi hijo tiene una tendencia a crear a partir de la madera, realiza sus composiciones y crea esculturas efímeras”, explica Gamboa.
Proyectos culturales
Para abril del próximo año planea montar una exposición en el Centro Cultural Metropolitano, que recopilará sus 22 años de vida artística. Otro de sus proyectos se orienta a la escultura pública. “Mi objetivo es plasmar un proyecto de escultura en espacios públicos con fuertes raíces ancestrales”, dice. Se enfoca en la identidad, en cómo nos vemos y cómo nos identificamos, comenta. Pese a su inclinación por las raíces ancestrales, dice que lo precolombino no influye en su vida, como sus gustos personales, la música que escucha o en su forma de vestir. Se trata de un conocimiento que queda en su interior y que exterioriza en el arte.
Música y escultura
Gamboa es baterista. De hecho, tenía una banda de rock, pero se desintegró hace 15 años. Explica que la música justamente fue su vínculo con las artes plásticas. Le llamaban mucho la atención ver las portadas de los discos, las figuras y los colores. Le gustan bandas ecuatorianas de rock como Promesas temporales o Sobrepeso. También se inclina por la música electrónica, clásica, nacional y el jazz.
Ahora, mientras trabaja en su taller escucha audiolibros y podcast. Uno de sus personajes favoritos es el español Salvador Freixedo, por ser un cuestionador de los temas religiosos. Es, además, ‘ovnílogo’ e investigador de temas paranormales. Comenta que Freixedo se refiere también a otras posibilidades de vida.
Técnicas y el ambiente
Dice que se ha dedicado a la escultura, pintura, diseño y artes visuales. “Empiezo con la técnica de pintura y luego me direcciono por el ensamblaje. Es un proceso artístico en el cual se consigue la tridimensionalidad con diferentes objetos”, dice Gamboa.
Suele utilizar plástico en sus obras, ya que el arte no solo se relaciona con la imagen sino también existe un trasfondo político.
Enfatiza en que si bien es cierto que el plástico es un desecho, ahora darle un nuevo uso se enfoca en un tema ecológico. La función de las artes es visibilizar estos problemas. Tres veces al año viaja a Bahía de Caráquez para visitar a su madre y allí es donde más ha encontrado plásticos.
De hecho, en 2016 viajó para constatar cómo estaba su madre tras el terremoto en Manabí y encontró una figura de un santo sin cabeza. Lo más probable -comenta- es que a causa de este movimiento sísmico la imagen perdió esa parte del cuerpo. Sin embargo, a través del ensamblaje ahora esta escultura tiene varios ángeles.