Una planta de casi 200 personas entre coro y orquesta, además de dos voces femeninas como solistas (soprano y mezzosoprano) participaron la noche de este martes 31 de octubre en el montaje de la Sinfonía n.º 2 en do menor de Mahler en el Teatro Centro Cívico. Foto: Joffre Flores / EL COMERCIO
Un comienzo exultante y de ecos cinematográficos le abrió paso a la recapitulación de un funeral en el primer movimiento de la sinfonía ‘Resurrección’ del compositor bohemio-austriaco Gustav Mahler, un estreno local de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG).
Una planta de casi 200 personas entre coro y orquesta, además de dos voces femeninas como solistas (soprano y mezzosoprano) participaron la noche de este martes 31 de octubre en el montaje de la Sinfonía n.º 2 en do menor de Mahler en el Teatro Centro Cívico, al sur de Guayaquil.
La obra de contenido espiritual volverá a escena este miércoles 1 de noviembre, a las 19:00, en la Catedral de la ciudad, en el marco de un Festival de Música Interreligiosa y previo a la Conmemoración de los Fieles Difuntos.
La primera parte fue instrumental con un segundo movimiento que simbolizó como motivo narrativo a los tiempos felices de la vida que se apagó; y un tercero representando a la pérdida de la fe. “La pieza es muy significativa y elocuente, está entre las cosas más puras, entre las primeras 10 obras de la música clásica, además que es monstruosamente grande. Habla de la relación con Dios, de la muerte y la resurrección también como una metáfora”, había explicado con antelación el italo-argentino Dante Anzolini, director de la OSG.
En el cuarto movimiento intervino la mezzosoprano quiteña María Augusta Jibaja, una oración con el motivo del renacimiento de la fe. El quinto movimiento y el más largo de una pieza de una hora veinte minutos, el correspondiente a la resurrección propiamente dicha, apeló a la grandilocuencia y a la conmoción.
Con diversidad de instantes, tempos y tonalidades, la obra concluyó con la intervención en clave sacra e cuatro coros de la ciudad en los últimos 15 minutos. Un momento de recogimiento en el que también cantó la soprano guayaquileña Elisa Villavicencio, que intercambiaría sobre el final textos con la mezzosoprano, siempre en el alemán original.
En el montaje participaron los coros de la Escuela Politécnica del Litoral Espol, de la Universidad de las Artes, de la Universidad Politécnica Salesiana y del conservatorio Antonio Neumane.
La Orquesta inicia un proyecto de música interreligiosa con el que pretende crear “un puente entre credos en el que la música sea un punto de encuentro”. Se trata de una serie de conciertos en templos, iglesias o sinagogas con música clásica para cada religión que pretende incluir a la comunidad judía, a los mormones y evangélicos, entre otros credos.