La máquina permite un entrenamiento integral en función de los objetivos de cada persona. Se pueden entrenar aficionados y gente que desea superar marcas. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
Diversión, competitividad y un trabajo integral. Eso es lo que permite Omnia, una máquina diseñada para que grupos de hasta ocho personas se entrenen simultáneamente, en un espacio de 37 metros cuadrados.
Lo ideal, dice la entrenadora Patty Pachón, es que el grupo sea homogéneo, es decir, que las personas compartan intereses para aplicar una misma rutina de entrenamiento y marcar un cierto grado de competitividad entre los participantes. Pero aclara que es posible trabajar con personas que tienen diferentes objetivos y, a pesar de las distintas visiones, alcanzar resultados óptimos para cada caso.
Para ellos, los entrenadores elaboran una tabla personalizada. Lo mismo sucede con las personas que registran molestias leves en zonas como la espalda o rodillas, o con participantes de la tercera edad. Para ese grupo, por ejemplo, los trabajos son más ligeros.
Esa, precisamente, es la ventaja de esa máquina, que en cada sección contempla diversos implementos para trabajar un distinto grupo muscular o para mejorar una determinada habilidad. Allí, la mayoría de movimientos se desarrollan con el peso del propio cuerpo.
En un sector, por ejemplo, hay una barra olímpica con la que se puede tonificar brazos, piernas y glúteos. Si se le añade peso puede también aumentar masa muscular. Diagonal a esa herramienta está una soga y, junto a ella, un cuchimbolo.
Más atrás están dos argollas, ideales para activar los músculos del pecho. A ello se suma un par de ligas, de varios colores, para trabajar la zona cardiovascular y fortalecer el ‘core’ o centro del cuerpo.
Otra de las ventajas es que es inclusiva, pues pueden participar deportistas amateurs y de élite de todas las edades y disciplinas. Para los niños hay rutinas lúdicas programadas.
Martín Sáenz, corredor profesional, ya se entrenó en esa máquina recientemente y aseguró que sirve para ganar resistencia y fortalecer cada grupo muscular que requiere.
“Los trabajos en la máquina activan músculos que durante el trote pasan desapercibidos, pero que influyen en el rendimiento”, señala el deportista.
En la máquina también se entrenaron los montañistas Karl Egloff e Iván Vallejo. Los tres tenían previsto incluir los trabajos en esa máquina dentro de su entrenamiento.
La clase dura 60 minutos y en ese tiempo los participantes cumplen con una serie de ejercicios diseñados para mejorar sus marcas personales, ganar resistencia, fortalecer la zona media del cuerpo, reducir medidas, entre otros.
Cada persona permanece en una sección de la máquina durante un determinado tiempo y luego se cambia. Ese desplazamiento, aseguran los participantes, dinamiza la clase y la vuelve más entretenida.
Como regla general, antes de iniciar con la rutina los participantes calientan los músculos y articulaciones. Después, estiran para evitar lesiones.
Esas dos acciones reducen el riesgo de sufrir un accidente durante la clase y disminuyen el dolor muscular. La sugerencia de la entrenadora es asistir a la clase entre dos y tres veces a la semana, pero aclara que la frecuencia de entrenamiento depende de las necesidades de cada persona. Hay participantes que se entrenan toda la semana, pues la versatilidad de la máquina permite cumplir con un entrenamiento integral.
El único requisito para iniciar con el entrenamiento es contar con la guía de un entrenador capacitado, pues un mal gesto deportivo podría provocar lesiones, sobre todo, en rodillas. Además, así se aprovechan de mejor manera todos los movimientos que se pueden desarrollar en la máquina.