La parcialidad de Paquiestancia, cantón Cayambe (norte de Pichincha), lleva cinco años de operación turística con sus atractivos naturales. Foto: cortesía.
Las caminatas por florestas de arrayán y pumamaqui sobresalen entre los encantos de la comunidad Paquiestancia, en Cayambe. Este bosque primario tiene un arrayán que se cree tiene 400 años, considerado uno de los más longevos del norte de Pichincha.
Un sendero rodeado de bromelias, vicundos, achupallas… conduce hasta los bosques de Buga y Ugshapamba. El recorrido dura una hora y media.
En la ruta resaltan coloridas orquídeas. También hay una cascada conocida como Bebedero de Buga. El aroma a tierra y madera es intenso por las lluvias caídas en los últimos días.
Este verde paraje andino, por donde atraviesa la línea equinoccial, impulsó a las mujeres de esta parcialidad kichwa Kayambi a recibir turistas. En los cinco años que lleva operando han cautivado a aventureros nacionales y extranjeros.
Este sitio, que en épocas pasadas se cree sirvió como una pequeña estancia, de ahí su nombre, permite un ambiente tranquilo y de naturaleza. Así surgió el Centro de Turismo Comunitario Paquiestancia, que tiene como lema compartir lo nuestro.
Por ello, a más de caminatas por los atractivos naturales brinda alojamiento, alimentación, cabalgatas, paseos en bicicleta, visita a huertos orgánicos. Éstos últimos son una estrategia de alimentación autosustentable de las familias.
La iniciativa fue aprobada por la asamblea local para generar ingresos económicos a las familias participantes y a la comunidad, recuerda Rosario Lara, coordinadora del Centro. La mayoría de las 180 familias se dedican a la agricultura y ganadería.
La Casa Comunal de Paquiestancia, edificada en 1987, que inicialmente sirvió para albergar a 36 familias damnificadas por el terremoto de ese año, se convirtió en sitio de hospedaje. El inmueble, de dos pisos, tiene capacidad para recibir a 20 viajeros. Desde este sitio, en días despejados se puede observar al volcán Cayambe, cubierto de nieve.
Además, en medio del bosque de Buga, a 3 750 metros de altura, hay otra cabaña para 10 huéspedes. Está equipada con chimenea y cocina. El lugar ofrece una vista privilegiada tanto día como de noche.
Para quienes prefieren el turismo vivencial, en cambio, se cuenta con hospedaje en casas de los campesinos. Hay 14 viviendas que se acondicionaron para recibir a los viajeros.
Una de ella es la de Lisbeth Ulcuango, que acondicionó tres habitaciones para ponerlas al servicio de los foráneos.
En el centro poblado los excursionistas pueden visitar las huertas con producción libre de químicos. María Guacán enseña su parcela con cultivos de cebolla, col, brócoli, lechugas, ocas, mellocos, habas, moras. Incluso, cuando alguien le solicita da explicaciones de cómo cultivar o criar las matas.
La mayoría de estos productos se ofrecen en los menús del restaurante, que funciona en la primera planta del centro.
En fiestas como la de San Pedro, que celebra este mes, se prepara sopa de uchu jaku, que se hace con harina de siete granos. Además de la chicha de maíz, señala Adela Ulcuango
Es una de las iniciativas más consolidadas en este cantón, explica Gisela Ramírez, técnico del municipio local.