Bastian Obermayer (izq) y Frederik Obermaier (der), periodistas alemanes, narran los entretelones de la investigación que desnudó a los personajes que crearon firmas ‘offshore’.
Si hay alguien que sabe de filtraciones es Edward Snowden. En junio del 2013, hizo públicos, a través de los periódicos The Guardian y Washington Post, documentos clasificados de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU., incluyendo los programas de vigilancia masiva a ciudadanos, lo cual generó un revuelo internacional.
El 3 de abril pasado también dio el primer campanazo. Tuiteó a sus dos millones de seguidores: dentro de poco se publicará la mayor filtración de la historia del periodismo de datos. El tema será
la corrupción.
Entonces, las siguientes horas al anuncio de Snowden, se desató un cataclismo informativo: 80 medios de todo el planeta, incluido EL COMERCIO, empezaron a divulgar investigaciones sobre los ‘Papeles de Panamá’, un proyecto del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).
Las publicaciones pusieron al descubierto el hermético mundo de los paraísos fiscales. Y cómo escondían ahí sus fortunas y propiedades, escapando al pago de impuestos en sus países, grandes empresas, primeros ministros europeos, dictadores, jeques, emires, mafiosos, traficantes y capos de la droga, agentes secretos, directivos de la FIFA, aristócratas.
Los entretelones de esa odisea periodística se revelan en el libro ‘Panama Papers, el club mundial de los evasores de impuestos’, escrito por los periodistas alemanes Frederik Obermaier y Bastian Obermayer, del sello editorial Planeta.
En la redacción del diario alemán Suddeutsche Zeitung a los reporteros los conocen como ‘los hermanos Obermay/ier’. Es una broma que juega con la similitud de sus apellidos y lo inseparables que se volvieron sus vidas en el último año. En este período, se sumergieron en los intrincados laberintos del universo de las ‘offshore’ y de uno de sus mayores cultores: el bufet panameño Mossack Fonseca. Desde ese estudio se filtraron 11,5 millones de documentos, el equivalente a 2,6 terabytes de información. 46 veces el volumen de Wikileaks. Unos 2 millones de libros.
Desbordados por esa cantidad descomunal de información, los alemanes acudieron al ICIJ y coordinaron una operación inédita: juntar a colegas de todo el planeta para exponer el secretismo de los refugios fiscales. Ese fue el inicio de una travesía vertiginosa que incluyó sistemáticos contactos y reuniones en Washington, Múnich y Johannesburgo. Sobre todo, el diseño de una operación de relojería tecnológica para crear plataformas de comunicación que hasta hoy conectan a centenares de periodistas. La alquimia para convertir millones de datos en información ordenada y cifrada en una base de datos estuvo a cargo de Rigoberto Carvajal y Mar Cabra, del equipo de datos del ICIJ, bajo la dirección de Marina Walker.
Esta aventura bautizada Prometheus (como la nave espacial de la serie Star Trek de la que es fanático Carvajal) empezó un año atrás, cuando Bastian recibió un mail intrigante de una fuente anónima que se hacía llamar John Doe. En su celular sonó un mensaje entrante: “hola, soy John Doe. ¿Te interesaría recibir unos datos? Me gustaría compartirlos”. El primer envío de muestra fue un puñado de archivos, en su mayoría en formato PDF. Eran escrituras de constitución de empresas, contratos y
extractos bancarios.
Conforme pasaban los días, las evidencias eran contundentes. Así empezaron a aparecer los nombres de personajes mundiales. Por ejemplo, del círculo cercano del presidente ruso Vladimir Putin. Sus amigos, beneficiarios de contratos y concesiones públicas que no habrían sido posibles sin su amparo, establecieron una red de sociedades ‘offshore’ valoradas en USD 2 000 millones; Leonel Messi, el jugador del Barcelona de España que adquirió una sociedad panameña con la que habrían facturado sus derechos de imagen, evadiendo el pago de impuestos.
La lista incluía cientos de personas de todas las nacionalidades, como los miembros de la élite del Partido Comunista Chino. Otro caso que se aborda es el de la corrupción de la FIFA. Específicamente el de los contratos de los argentinos Mariano y Hugo Jinkins, dueños de la empresa Cross Trading. Esta firma comercializó a Teleamazonas los derechos para la transmisión de torneos de la UEFA, con un sobreprecio de USD 600 000.
Uno de los mayores logros de este libro es el contexto. Lo primordial no son solo los nombres expuestos, sino cómo se transparentan las estructuras de las empresas pantalla que las blindan. La fórmula es la misma: un intermediario, en concreto un banco, un abogado o un gestor de patrimonio, facilita el contacto con Mossack Fonseca. Ese intermediario es el verdadero ‘cliente’ del bufet, el que realiza el pedido del producto. A su vez, él se comunica con la firma y paga las facturas. En la mayoría de los casos, los productos son ‘offshore’ estándar. El bufet ofrece empresas ‘a la carta’ en una veintena de jurisdicciones.
Así, la travesía que describen de los ‘hermanos Obermay/ier’ es envolvente. Una carta de navegación por el intrincado universo de las ‘offshore’. Su funcionamiento y legalidad hoy son debatidos a todo nivel.
Bastian Obermayer
Es subdirector del departamento de Investigación del diario Suddeutsche Zeitung y miembro de ICIJ. Ha sido galardonado por sus reportajes y artículos de investigación con los premios Theodor Wolff y Henri Nanenn.
Frederik Obermaier
Es parte del departamento de Investigación del diario Suddeutsche Zeitung. También es miembro del Consorcio de Periodistas de Investigación. Ha sido reconocido con el premio de la CNN, el Helmut Schmidt y el Wachterpreis.