Para Luis Arroyo, estudiante de 6to. curso de la Unidad Educativa Experimental Manuela Cañizares, las vacaciones permiten realizar las actividades que le agradan. “Voy a prepararme para el ingreso a la U.”, señala
El adolescente de 17 años estudiará Sociología en la Universidad Central. “No hay que desperdiciar el tiempo”.
Y esa es una de las principales recomendaciones que los expertos hacen a los estudiantes para la temporada vacacional. “El joven debe planificar las actividades recreacionales”, anota Byron López, psicólogo e investigador.
Y agrega que el alumno no debe deslindarse de sus estudios sino dar continuidad al proceso de aprendizaje. “Es una tarea voluntaria que al estudiante le permitirá mantenerse intelectualmente activo y con posibilidades de dominio académicas”, afirma.
Por eso, Arroyo también aprovechará sus vacaciones para mejorar su inglés.
En cambio, su compañero Jonathan Espinoza cree que las vacaciones son para descansar. “Voy a ver el Mundial”, dice.
Pero Rosa Reyes, directora del Departamento de Orientación y Bienestar Estudiantil del Manuela Cañizares, subraya: “Dedicarse a ver TV o a la Internet es negativo porque crean dependencia”. La orientadora aconseja que los chicos ingresen en campamentos vacacionales o en cursos para que desarrollen sus potencialidades y hagan nuevas amistades.
Un estudio realizado por Daniela Bramwell y Yadhira Espinoza, del Instituto de Enseñanza y Aprendizaje (IDEA) de la Universidad San Francisco de Quito, demuestra la importancia del tiempo libre. Señala que es esencial como el sueño o como la alimentación. Porque permite equilibrio psicológico, de integración social y de salud física. “Los niños y jóvenes necesitan su espacio para enfocarse en sí mismos, reflexionar, descansar y dedicarse libremente a aquellas ocupaciones que desarrollan su espíritu”, señala un resumen del análisis.
El IDEA da alternativas para el tiempo libre: realizar actividades físicas, voluntariado, leer, fortalecer lazos con la familia, interactuar con pares, hacer viajes o excursiones a museos, parques, entre otras.
Flor Jaramillo, alumna de 9no. del Manuela Cañizares, se dedicará a entrenar. Le gusta el atletismo y aspira representar a su colegio y a Pichincha en próximas competencias. “Quiero dejar a un lado la presión por el estudio”, indica la joven de 13 años. También tiene una propuesta de su madre: ingresar a un curso de inglés.
Otros jóvenes optan por viajar. Es el caso de Johanna Águila, de 5to. curso del Colegio Amazonas. “A parte de las pasantías viajaré al Oriente y a Guaranda a visitar a mi familia”.
Esa es una de las recomendaciones que da Soledad Mena, docente del área de educación de la Universidad Andina Simón Bolívar. “Viajar por el país, conocer las ciudades, es un aprendizaje necesario porque permite saber quiénes somos y tener una valoración y un sentido de pertenencia”.
Kevin Vargas, del 9no. año del Colegio Benito Juárez, en el sur de Quito, se dedicará a entrenar karate luego de rendir los exámenes supletorios. También tomará cursos de nivelación en inglés y matemática. “Sí me doy tiempo para mirar la televisión y para los videojuegos”.
Por su lado, Sylvia Oña, directora de La Condamine, expresa que en su institución organizan actividades para los más pequeños (de 5 a 11 años). “En determinados casos se debería hacer refuerzos en las materias que a los estudiantes les resultan más complejas”.
Aunque los adolescentes prefieren distraerse y hacer actividades distintas. “Ya estaba aburrido de tanto estudiar”, confiesa Kléver Ruiz del 10mo. año del Colegio Benito Juárez. Él viajará a Guayaquil. Allá le ayudará a su abuelo en sus labores agrícolas. “Se dedica a sembrar arroz”. Ruiz dice que dos semanas antes de volver a clases revisará los cuadernos para actualizar sus conocimientos.
Arroyo, además, es integrante de un grupo de música. Dedicará tiempo a los repasos.