El autor Enrico Martin ilustró poema ‘Fantasía nocturna’ (derecha). Foto: Cortesía UEES.
La estampa icónica de Medardo Ángel Silva con sus anteojos ‘quevedos’ (sin aumento), su traje de paño en los inicios del siglo XX en Guayaquil, fuese con sombrero o sombrilla, se corresponde con la que le atañe a un poeta. En tono burlón, el propio autor escribió que para ser un poeta modernista de su tiempo, bastaba con usar el pelo largo y lentes de carey, inyectarse opio, fumar morfina, presentarse como raro, contar la vida íntima al próximo e incluir en la poesía una sonata de Chopin, una cisne, una princesa y una luna.
El próximo 10 de junio se cumplirán 100 años de la desaparición del poeta, quien nació el 8 de junio de 1898 en Guayaquil y murió dos días después de cumplir 21 años. Según la teoría más aceptada, se descerrajó una bala en la sien en casa de su exnovia.
Los homenajes se iniciaron en el Puerto Principal con el evento ‘Medardo, 100 años después’, organizado por la Universidad Católica de Guayaquil. “El único libro que Silva supervisó y editó fue ‘El árbol del bien y el mal’ (1918), que tiene una sección de poesía y termina con textos en prosa. La prosa ha sido separada, el libro está mutilado”, indicó el escritor Fernando Balseca, en referencia a ‘Obras completas’, editado por el Municipio de Guayaquil en 2004.
“El mejor homenaje es tratar de reconstituir el verdadero texto que Silva intentó escribir”, agregó Balseca, quien lo exaltó como “poeta musical” .
Aunque Silva es reconocido por su poesía, su obra incluye, además, cuatro narraciones cortas y una novela breve, comentarios literarios y crónicas periodísticas sobre sectores marginales, la noche y la bohemia de la ciudad de la época.
La crítica literaria Cecilia Ansaldo ahondó en el narrador, reivindicó a Silva como un “escritor total”. Y habló de la novela corta ‘María Jesús’ (1919). Se trata de la historia de un joven que intenta borrar un amor contrariado con el de otra chica que conoce en una hacienda montuvia, una relación marcada por lo trágico.
“María Jesús es una pequeña joya de la literatura ecuatoriana que ya no se lee”, indicó Ansaldo. Lamentó que la obra de Silva haya salido de los programas de estudio de los colegios y que el autor perviva más como mito, curiosidad biográfica morbosa, una suerte de culto a la melancolía y a la soledad.
Ansaldo analizó también las narraciones breves. Entre ellas destaca una que, según la académica, presupone al Medardo suicida de junio de 1919.
En ‘El aviso’ –contó-, un joven decepcionado de amores, asciende precipitadamente una escalera, ingresa a su habitación, lucha con un empuje fúnebre, saca la jeringuilla de morfina para inyectarse y suicidarse con una sobredosis. Cuando tiene la aguja lista para insertarla a su vena, escucha el suspiro de su madre en la habitación contigua. La mano suicida se detiene y echa la jeringuilla al suelo…